En mayor o menor medida, pero hay expectativa con cada entrega institucional del Poder público de una persona a otra; por más que haya continuidad partidaria, la manera de gobernar -o el intento de hacerlo- se modifica y no solamente de manera cosmética, es decir, no solamente en el estilo personal de hacerlo (Cosío Villegas, dixit), sino con aspectos sustantivos o de fondo sustentados en reformas legales (en sentido amplio).
Así, y de un ejercicio relámpago de memoria, recuerdo las reformas legales de los presidentes De la Madrid, con la finalidad de renovar moralmente el servicio público, Peña Nieto y su Pacto por México, con ánimo coalicionista, o las de López Obrador, para combatir la corrupción y separar el poder económico del poder político. En ese sentido, las reformas dicen mucho de la visión de gobierno, de los resultados que se pretenden y de la formación de las personas.
Ahora es el turno de la presidenta electa Sheimbaum. Resalto dos cualidades: es mujer y es científica; luego, las acciones que ha realizado -y las decisiones que tomará cuando asuma la titularidad del Poder Ejecutivo- serán eco de las mismas. Me centro en dos dependencias novedosas que reflejan la importancia que le da a las mujeres y a la ciencia: la creación de dos secretarías de Estado, la de las Mujeres, y la de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación. Desde luego, habrá reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal para integrarlas.
A petición de la Dra. Sheimbaum, hemos de llamarla presidenta, con a, y no presidente, como dicta la corrección tradicional de la gramática española (sin ignorar que también es permitido llamarla presidenta). Entiendo su postura, pues la pretensión es visibilizar a la mujer, evidenciar la historicidad del momento mexicano al tener, por primera vez en siglos (desde antes de la existencia de México, desde la época de la Colonia incluso) una fémina como jefa del Estado mexicano y, además, con la titularidad del Poder Ejecutivo Federal. La idea, lo explicó, es demostrar el quebrantamiento del techo de cristal impuesto, de facto, durante siglos; y la doctora, así como otras mujeres, dan cuenta de ello, resultando suficiente echar un vistazo a la vida pública para advertirlo.
La creación de una Secretaría de Ciencia (involucro en este concepto, por ser parte de ella, las Humanidades, la Tecnología y la Innovación) no es casual, ella es una científica calificada. La ciencia es determinante para el desarrollo de un país. Las personas que toman decisiones públicas, es decir, que inciden en la colectividad, es deseable -y casi necesario- que estén apegados a la ciencia, que sean científicos, pues esta da luz de lo que más conviene, con base en evidencia para el mencionado desarrollo.
Hasta aquí, en el ámbito federal. En entrega posterior haré lo propio en el ámbito local en donde también se avecinan cambios derivados de la visión de gobierno de la gobernadora electa Libia Dennise García Muñoz Ledo, también hecho histórico guanajuatense que rompe paradigmas y techos de cristal.
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