/ miércoles 19 de junio de 2024

Mármol

“La belleza muere con la vida, pero se inmortaliza con el arte”. Leonardo da Vinci.

Ante la naturaleza, la obra del ser dotado de inteligencia y la razón puede ser tan bella como lo más excelso del mundo que nos rodea. Haciendo a un lado la maldad, en cualquier rama de la ciencia o del arte, el aprecio por lo que el hombre crea es lo que da a la humanidad motivo de disfrutar de los beneficios de la educación, el progreso y el contento que conduce a la meta de cualquier ser humano: la salud y la felicidad. ¿Qué haría el hombre si no hiciera uso de los sentidos para ver y escuchar lo que la naturaleza y su propia creación nos ofrece? En cualquier rama del arte, el aprecio y goce de su obra lleva consigo el antecedente de la educación, no es norma, basta escuchar: “yo no sé de música ni de compositores, de bemoles y sostenidos, de historias detrás de una sinfonía, pero asisto a los conciertos y los disfruto.” Sin embargo, creo yo, que, si agregamos conocimientos a una composición, se potencializa la belleza. Lo mismo sucede con el arte visual, potenciar desde los primeros años de vida la capacidad de observación mediante la educación de la mirada resulta esencial para disfrutar la belleza en cualquiera de sus modalidades.

Si la música brota de la mente del compositor sin más necesidad que un papel pautado, un lápiz y algún instrumento de prueba, la escultura echa mano de la piedra donde el artista, armado de cincel y martillo talla lo que ve o lo que su mente quiere expresar. Son los lenguajes sin palabras y sin fronteras. De la piedra surgieron los primeros enseres del hombre primitivo para su defensa y ventura que evolucionaron hasta que descubre que con ese material inerte construye y decora, hasta llegar a las esculturas que han dado pauta a diferenciar periodos de la historia.

Una piedra que por sus características se desiguala de las demás es el mármol, si bien en primer lugar están los de Turquía y Grecia, luego España, China y otros países con mármoles de gran calidad, el que más se distingue por su perfección y hermosura es el del norte de Italia, en la Toscana de donde proviene el que, por su blancura veteada de gris, es el que más se ha prestado al talento del artista figurero. En la misma región, aún más fino, pero de menos cuantía es el Calacatta de un cromatismo peculiar, un blanco con finísimas vetas grises que supera en calidad a cualquier otro. Piedras que accedieron a plasmar su arte los escultores renacentistas italianos, en especial los florentinos para admiración de todos.

Lógico que en Italia sobran muestras, baste señalar un par de todos conocido y admirado, en el Vaticano, la obra de Miguel Ángel es el grupo escultórico la Piedad que representa a la virgen María sosteniendo a Cristo después de su crucifixión y muerte. Caminar entre iglesias, plazas, fuentes, fachadas de la capital de Italia, es un encuentro con el mármol transformado en figuras donde el visitante se “tropieza” por doquier. Merece especial atención la ciudad de Firenze o Florencia como la nombramos en español, donde cada paso es el contacto con el arte y la perfección que revive la historia. Ciudad y una de las cunas mundiales del arte y la arquitectura donde en la segunda mitad del siglo XIV nació el movimiento artístico Renacimiento que, al paralelo del encuentro con el nuevo continente, marcó el final de los mil años de la Edad Media.

Arte de Italia, Grecia, España, Turquía, capitales del arte marmoleo que también se encuentra al alcance de la mano en cromos y volúmenes de una librería.

flokay33@gmail.com

“La belleza muere con la vida, pero se inmortaliza con el arte”. Leonardo da Vinci.

Ante la naturaleza, la obra del ser dotado de inteligencia y la razón puede ser tan bella como lo más excelso del mundo que nos rodea. Haciendo a un lado la maldad, en cualquier rama de la ciencia o del arte, el aprecio por lo que el hombre crea es lo que da a la humanidad motivo de disfrutar de los beneficios de la educación, el progreso y el contento que conduce a la meta de cualquier ser humano: la salud y la felicidad. ¿Qué haría el hombre si no hiciera uso de los sentidos para ver y escuchar lo que la naturaleza y su propia creación nos ofrece? En cualquier rama del arte, el aprecio y goce de su obra lleva consigo el antecedente de la educación, no es norma, basta escuchar: “yo no sé de música ni de compositores, de bemoles y sostenidos, de historias detrás de una sinfonía, pero asisto a los conciertos y los disfruto.” Sin embargo, creo yo, que, si agregamos conocimientos a una composición, se potencializa la belleza. Lo mismo sucede con el arte visual, potenciar desde los primeros años de vida la capacidad de observación mediante la educación de la mirada resulta esencial para disfrutar la belleza en cualquiera de sus modalidades.

Si la música brota de la mente del compositor sin más necesidad que un papel pautado, un lápiz y algún instrumento de prueba, la escultura echa mano de la piedra donde el artista, armado de cincel y martillo talla lo que ve o lo que su mente quiere expresar. Son los lenguajes sin palabras y sin fronteras. De la piedra surgieron los primeros enseres del hombre primitivo para su defensa y ventura que evolucionaron hasta que descubre que con ese material inerte construye y decora, hasta llegar a las esculturas que han dado pauta a diferenciar periodos de la historia.

Una piedra que por sus características se desiguala de las demás es el mármol, si bien en primer lugar están los de Turquía y Grecia, luego España, China y otros países con mármoles de gran calidad, el que más se distingue por su perfección y hermosura es el del norte de Italia, en la Toscana de donde proviene el que, por su blancura veteada de gris, es el que más se ha prestado al talento del artista figurero. En la misma región, aún más fino, pero de menos cuantía es el Calacatta de un cromatismo peculiar, un blanco con finísimas vetas grises que supera en calidad a cualquier otro. Piedras que accedieron a plasmar su arte los escultores renacentistas italianos, en especial los florentinos para admiración de todos.

Lógico que en Italia sobran muestras, baste señalar un par de todos conocido y admirado, en el Vaticano, la obra de Miguel Ángel es el grupo escultórico la Piedad que representa a la virgen María sosteniendo a Cristo después de su crucifixión y muerte. Caminar entre iglesias, plazas, fuentes, fachadas de la capital de Italia, es un encuentro con el mármol transformado en figuras donde el visitante se “tropieza” por doquier. Merece especial atención la ciudad de Firenze o Florencia como la nombramos en español, donde cada paso es el contacto con el arte y la perfección que revive la historia. Ciudad y una de las cunas mundiales del arte y la arquitectura donde en la segunda mitad del siglo XIV nació el movimiento artístico Renacimiento que, al paralelo del encuentro con el nuevo continente, marcó el final de los mil años de la Edad Media.

Arte de Italia, Grecia, España, Turquía, capitales del arte marmoleo que también se encuentra al alcance de la mano en cromos y volúmenes de una librería.

flokay33@gmail.com