/ miércoles 16 de octubre de 2024

La Era del Plástico

“… tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros. El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”. Ramón López Velarte

La relación de los humanos con la variedad de especies vivientes, crea, en la diversidad de seres vivos, el interés por la relación con el medio ambiente. Biodiversidad que lleva a reflexionar cómo la actividad humana ha influido en su dependencia con el medio ambiente y con sus propios descubrimientos. Lo benéfico y lo perjudicial para enfrentar los desafíos para proteger el hábitat, la salud y resguardar el futuro.

De tiempo en tiempo hemos dividido las edades de la tierra y de la actividad humana, hablamos de la Prehistoria, de la edad Antigua, la edad Media, la Moderna y la edad Contemporánea. Mas, dependiendo de la actividad, la clasificación se fragmenta, así, en medicina tenemos la era de las vacunas, la era de los antibióticos y otras. Algo que poco se dice de la cual pende buena parte de la vida y de la salud, es la era del plástico, la época de un material que existe en forma natural en la pared de las células de los vegetales, la celulosa estrechamente vinculada con la alimentación en forma de fibra dietética presente en frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos. Así mismo la celulosa abundante en los árboles maderables conectada con la industria en la fabricación del papel.

Nada detiene a la creatividad de la inteligencia, el químico sueco Jöns Jacob Berzelius fue el primero en distinguir los compuestos orgánicos de los inorgánicos, la proteína y el polímero, dando el primer paso para que en 1907 el norteamericano Leo Baekeland inventara el primer plástico sintético, un polímero que se comercializó como baquelita iniciando la cadena de productos relacionados químicamente con el petróleo, material fósil que no quedó en ser un combustible al desarrollar un sinnúmero de bienes plásticos que van desde el silicón de los microchips hasta su empleo en la exploración aeroespacial, estando en medio lo que concierne a la ventura del hombre en el hogar, que si bien el plástico es de enorme utilidad, lo comparo con las medicina, donde no hay ningún fármaco que potencialmente no pueda causar efectos secundarios indeseables, uno de ellos es la alteración de la biodiversidad por la lenta degradación que puede tardar 150 años en las bolsas de plástico convencionales o 1000 años una botella PET.

Si el poeta jerezano López Velarde vaticinó el lado negativo del petróleo al endosar al diablo los veneros del petróleo, nadie imaginaba el desarrollo de la petroquímica y mucho menos los daños a la salud de una sustancia contenida en los policarbonatos, en los plásticos transparentes de las botellas de agua y recipientes de almacenamiento de alimentos, el Bisfenol A, (BPA) que puede migrar en pequeñas cantidades a los nutrientes contenidos en estos envases, de manera que la utilidad de los populares enseres domésticos se ve opacada por la relación del BPA con el cáncer de mama y del ovario, con disfunciones inmunitarias, metabólicas y afectación a otros órganos y sistemas.

Tanto las Agencias de Seguridad Alimentaria, la FDA de los Estados Unidos y la EFSA europea han advertido de estos riesgos y de los posibles efectos sobre la salud del cerebro en bebés desde antes de nacer y en la primera infancia. No obstante, la FDA y la EFSA lo permiten siempre y cuando sea correcto el manejo, tal como no exponer los envases al horno de microondas, al calor, a los ácidos y otros elementos que es como el BPA se combina con el alimento.

flokay33@gmail.com

“… tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros. El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”. Ramón López Velarte

La relación de los humanos con la variedad de especies vivientes, crea, en la diversidad de seres vivos, el interés por la relación con el medio ambiente. Biodiversidad que lleva a reflexionar cómo la actividad humana ha influido en su dependencia con el medio ambiente y con sus propios descubrimientos. Lo benéfico y lo perjudicial para enfrentar los desafíos para proteger el hábitat, la salud y resguardar el futuro.

De tiempo en tiempo hemos dividido las edades de la tierra y de la actividad humana, hablamos de la Prehistoria, de la edad Antigua, la edad Media, la Moderna y la edad Contemporánea. Mas, dependiendo de la actividad, la clasificación se fragmenta, así, en medicina tenemos la era de las vacunas, la era de los antibióticos y otras. Algo que poco se dice de la cual pende buena parte de la vida y de la salud, es la era del plástico, la época de un material que existe en forma natural en la pared de las células de los vegetales, la celulosa estrechamente vinculada con la alimentación en forma de fibra dietética presente en frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos. Así mismo la celulosa abundante en los árboles maderables conectada con la industria en la fabricación del papel.

Nada detiene a la creatividad de la inteligencia, el químico sueco Jöns Jacob Berzelius fue el primero en distinguir los compuestos orgánicos de los inorgánicos, la proteína y el polímero, dando el primer paso para que en 1907 el norteamericano Leo Baekeland inventara el primer plástico sintético, un polímero que se comercializó como baquelita iniciando la cadena de productos relacionados químicamente con el petróleo, material fósil que no quedó en ser un combustible al desarrollar un sinnúmero de bienes plásticos que van desde el silicón de los microchips hasta su empleo en la exploración aeroespacial, estando en medio lo que concierne a la ventura del hombre en el hogar, que si bien el plástico es de enorme utilidad, lo comparo con las medicina, donde no hay ningún fármaco que potencialmente no pueda causar efectos secundarios indeseables, uno de ellos es la alteración de la biodiversidad por la lenta degradación que puede tardar 150 años en las bolsas de plástico convencionales o 1000 años una botella PET.

Si el poeta jerezano López Velarde vaticinó el lado negativo del petróleo al endosar al diablo los veneros del petróleo, nadie imaginaba el desarrollo de la petroquímica y mucho menos los daños a la salud de una sustancia contenida en los policarbonatos, en los plásticos transparentes de las botellas de agua y recipientes de almacenamiento de alimentos, el Bisfenol A, (BPA) que puede migrar en pequeñas cantidades a los nutrientes contenidos en estos envases, de manera que la utilidad de los populares enseres domésticos se ve opacada por la relación del BPA con el cáncer de mama y del ovario, con disfunciones inmunitarias, metabólicas y afectación a otros órganos y sistemas.

Tanto las Agencias de Seguridad Alimentaria, la FDA de los Estados Unidos y la EFSA europea han advertido de estos riesgos y de los posibles efectos sobre la salud del cerebro en bebés desde antes de nacer y en la primera infancia. No obstante, la FDA y la EFSA lo permiten siempre y cuando sea correcto el manejo, tal como no exponer los envases al horno de microondas, al calor, a los ácidos y otros elementos que es como el BPA se combina con el alimento.

flokay33@gmail.com

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