Mi viejo decía que hacer daño es gratis, pero el tiempo termina cobrándote la factura, los creyentes confiamos en que existe una justicia divina.
El deseo de justicia surge de la necesidad de vivir en una sociedad donde impere la armonía, sin situaciones de abuso por estrato social, por género, pero, principalmente por poder. El clásico caso del que se sube a un banquito, se marea y comienza a hacerles la vida imposible a los demás, ocasionándoles a muchos, incluso, daños psicológicos. Por eso del anhelo de justicia nace la necesidad de crear leyes, sin embargo, la justicia humana es por definición imperfecta.
Esas leyes humanas imperfectas, y aún más, sesgadas por compadrazgos, amiguismos o fraternidades convertidas en mafias, terminan haciendo que el ciudadano de a pie se alegre de lo que debería ser una desgracia.
En “La Fiesta del Chivo” de Vargas Llosa, (que en realidad fue la crónica de una historia real), nadie sintió pena por el final de Rafael Leónidas Trujillo ni de Johnny Abbes García, su jefe del Servicio de Inteligencia Militar, quienes torturaron y mataron a millones de dominicanos y haitianos durante 31 años de horror.
Cuando la justicia humana no funciona (Leónidas Trujillo era protegido por la CIA mientras hacía y deshacía las leyes a su antojo), el karma hace que se ejerza justicia divina, casi siempre a manos de otro humano, muchas veces algún “acometido” que salta al ruedo como los espontáneos de la fiesta brava. Porque hay que decirlo claro y fuerte: nadie es víctima de nadie, solo es cómplice de lo que permite, y para que el mal triunfe, solo se necesita que las personas buenas no hagan nada.
En este contexto, cuando un pérfido jefe acosa sexualmente a sus trabajadoras, y las autoridades lo protegen, e incluso lo premian, son sus cómplices.
Así ocurre en el Bulevar Adolfo López Mateos 1813 colonia Los Paraísos, León, donde se encuentra la delegación estatal de IMSS Guanajuato, y a donde tarde o temprano tocará la puerta la justicia divina, en pocos meses, cuando este sexenio termine y las leyes anti acoso dejen de ser letra muerta, o que a los trabajadores y trabajadoras les hayan quitado tanto, que al final terminen por quitarles también el miedo de actuar.