“La forma más elevada de inteligencia consiste en pensar de manera creativa” K. Robinson.
Un imperativo del ser es la innovación, un cambio para introducir novedades, ideas frescas, conceptos acordes al tiempo en que se vive. No quedarse atrás, no rezagarse a los ciclos evolutivos del hombre. Charles Darwin, en la teoría de la evolución biológica por elección natural, se refería al humano y en general a los seres vivientes, tesis que esforzándonos podemos aplicar a cualquier rama de la ciencia, de la cultura, de la medicina, del arte, las costumbres, etc.
Friedrich Nietzsche utiliza la expresión “transformación” en el acto de transfigurar, el filósofo colocaba cada caso en un estado de forma diferente en la espiritualidad. El espíritu es vida transfigurada como se lee en Zaratustra, lo que hace que no haya espíritu sin un trabajo de transformación. Lo que parece complicado es tan simple si echamos una mirada a las épocas y estilos de la pintura que se transfiguraron para crear nuevas formas y colores. Lo apreciamos en la música clásica, de la música renacentista pasamos a la barroca, de ésta al clasicismo, luego a la romántica y al impresionismo.
Así llegamos al ocaso del impresionismo musical que, sin ser fechas que limitan matemáticamente las épocas, se ubica entre 1860 y 1910, para toparnos con el compositor Arnold Schönberg (1874-1951) al innovar la composición musical en una obra que evoca ideas e imágenes en la mente del oyente, es decir música programática basada en un poema de Richard Dehmel cuyos textos ya había utilizado en sus canciones tempranas. Inspiración poética que dio origen a “Noche transfigurada” Op. 4 del compositor austriaco de origen judío emigrado a los Estados Unidos.
Transcribo un fragmento del poema inspirador. “Un hombre y una mujer caminan de noche por el bosque. Ella le confiesa que está embarazada y que el hijo no es de él, sino de otro hombre. Ante los sentimientos de culpa de la mujer, el hombre reacciona generosamente; la consuela y le dice que, por amor a ella, aceptará como suyo al hijo que está por nacer. Así, la mujer es redimida por el amor del hombre y por el perdón. Siguen caminando por el bosque, y la noche se transfigura”.
Sin duda también influyó una hermosa mujer como musa de inspiración, pues compuso la compleja y apasionada obra tres semanas posteriores de haber conocido a Mathilde, hermana del profesor Alexander von Zemlinsky con la que contrajo nupcias poco tiempo después.
Lo trascendental está en que Schönberg utilizó un medio sonoro distinto al tradicional en Noche Transfigurada, siendo la bujía principal de una de las más importantes revoluciones e innovaciones en la historia de la música culta. Sorprendente composición de nuestro personaje teórico musical y también pintor, puesto que con anterioridad sus composiciones estaban ancladas con firmeza en la tradición romántica del siglo XIX. Lo que me hace pensar que fue Mathilde la que “transfiguró” la mente creadora de Schönberg.
El estreno de Noche Transfigurada en marzo de 1902 y aún años posteriores causó rechazo en una sociedad conservadora, unas opiniones enfocaban al nuevo estilo de sonido, otros, al contenido del poema de Dehmel, por lo que Schoenberg decidió enviar la partitura a una sociedad musical de Viena, pero los académicos de la asociación también la rechazaron con el argumento que había un acorde inesperado que no estaba contemplado en ningún texto clásico de armonía.
Hoy, Noche Transfigurada es una composición que se escucha en las mejores salas de concierto del mundo.
flokay33@gmail.com