La industria automotriz es un claro ejemplo de lo que podemos llamar un “Indicador adelantado de la economía” y, como lo dice su nombre, esta industria nos da indicios de cómo podría ser el comportamiento macroeconómico en los siguientes periodos ya que, como sabemos y se ha visto en los últimos años, sobre todo en nuestro país, la industria automotriz ha sido el motor de la economía contemporánea por su integración con un gran número de sectores (minería, petroquímico, cuero, tecnología, logística y una lista casi interminable y diversa).
Por lo anterior, podemos asumir (con un margen de error evidente) que si durante el periodo corriente existe una contracción en esta industria durante el siguiente trimestre podremos observar (en mayor o menor medida) una desaceleración o retroceso en la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y, por el contrario, si se observa un crecimiento es posible que durante los siguientes meses se podrán observar tasas de crecimiento en el PIB.
Ahora bien, enfocándonos no en la manufactura sino en la venta de vehículos ligeros (carros, suv’s y camionetas) en el mes de septiembre se pudo observar que, a diferencia de los últimos casi 3 años que se observaron tasas positivas (sin contar los tres meses del pico del desabasto), se registró una contracción de 1.4% respecto al mismo mes de 2023. Esta caída en el crecimiento porcentual reportado por INEGI y AMDA puede ser explicada por varios factores de los cuales resaltan: 1) una contracción en la demanda y 2) que las marcas no estén reportando de manera correcta el total de las unidades vendidas durante el periodo, sobre todo las marcas de reciente incursión en el mercado mexicano.
Suponiendo que la razón por la cual hubo un decremento en el total de unidades vendidas sea por una contracción en la demanda (menos unidades nuevas demandadas) una de las principales causas podría ser el resultado de un ajuste en el mercado, pues como sabemos, durante los últimos dos años se presentó un incremento en la demanda de unidades nuevas y usadas en nuestro país, muy posiblemente explicada por el acumulamiento de capital que pudo generarse durante la pandemia en ciertos sectores socioeconómicos y empresariales (estos últimos también consumen unidades para su operación habitual).
Una razón más que podríamos considerar es la contracción en las unidades vendidas resultado de un incremento en los precios de los vehículos nuevos, recordemos que varias marcas decidieron modificar sus precios optando por vender menores unidades pero con un mayor margen de ganancia y, como dicta la teoría, a mayor precio menor cantidad demandada del bien (en condiciones normales).
Por ende y, como mencioné en supra líneas, la demanda de vehículos nuevos tiene implicaciones de gran alcance, sobre todo en regiones donde existe una evidente vocación industrial (bajío) por ser uno de los principales demandantes de bienes y servicios (desde servicios de limpieza hasta colocación de créditos) que tienen un efecto dominó en la cadena de suministros por su gran y compleja integración.
Para concluir y comparar datos, en septiembre el Indicador de Confianza del Consumidor presentó una caída de 0.4% respecto de agosto, siendo “la Situación económica esperada de los miembros del hogar dentro de 12 meses, respecto a la actual” el componente con la mayor contracción (1.1%) de igual manera el Indicador de Confianza Empresarial del Sector Industrias Manufactureras presentó una variación negativa de 1.1% durante agosto pasado, siendo el “Momento adecuado para invertir” el componente con mayor contracción (3.0%) por lo que, se puede inferir, que para los meses de octubre y noviembre podamos ver contracciones en la economía mexicana, recuperándose en Diciembre por una cuestión cíclica y volviendo a retroceder para los primeros meses del 2025.