El pasado viernes cuatro de octubre de 2024, tuvo verificativo en Celaya el evento denominado Mi trayectoria académica: una historia de experiencias, desafíos y éxitos. El protagonista fue mi papá, Dr. Germán Rodríguez Frías, con una trayectoria de 46 años como docente (y luego investigador) en la Universidad de Guanajuato. Rol central en la organización del evento tuvo la Dra. Coco Arias, a quien le agradezco sobremanera y quien tuvo la deferencia de invitarme a brindar un mensaje. A continuación, reproduzco algunas líneas discursivas del mismo.
Según la novela, don Quijote le ilustraba a Sancho: el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho. Y tú has andado mucho, no solamente en el sentido gramatical del verbo, sino en el sentido metafórico que le da Machado y que le atribuyo a la experiencia, a las vivencias. El poeta decía: «Caminante: no hay camino, se hace camino al andar»; sin embargo, tú evidencias la falacia del enunciado porque, con tu ejemplo, con tus vivencias, con tus experiencias, facilitaste el camino de tus sucesores.
Los viajes -las andanzas- comenzaron hace décadas. Recuerdo, del siglo pasado, la estancia académica en la UNAM, cuando nadie lo hacía. Una especie de conquista académica de un nuevo mundo. O los viajes a la República de Chile o a la de Cuba, cuando el contexto era distinto y, sin embargo, los resultados están a la vista, no solamente en los productos editoriales en los que me congratulo en participar, sino con el comportamiento de quienes te acompañamos, señaladamente jóvenes estudiantes que, con tu ejemplo, nos motivaste a seguir el camino y a procurar ser hombres y mujeres de bien porque, en esos viajes, lo importante es la experiencia, la vivencia no solamente el aspecto estrictamente académico: ver de primera mano el cuadro de Siqueiros en Chillán, las casas de Pablo Neruda, La Chascona en Santiago, la Sebastiana en Valparaíso o ingresar a la Embajada mexicana en Cuba, o viajar en la limosina en la que lo hacía el comandante Fidel, por el malecón.
El camino andado ha sido vasto. ¿Cómo olvidar la breve, pero angustiosa retención en la aduana cubana; la disertación en torno a la democracia mexicana en La Habana; el trato extraordinario y la deferencia que te propinaban -y te propina- el Ministerio de Educación cubano, los mojitos en La Bodeguita, los daiquirís en El Floridita, los pasos por las calles 23 u Obispo, el canto vernáculo de Víctor en aquel restaurante a las alturas y la consecuente estupefacción de los comensales, el saludo de Pablo Milanés, el calor habanero y la visita a Copelia para contrarrestarlo, los jardines de El Nacional, en donde vimos a Vladimir Putin y escuchamos el son de las habaneras del tumbao? ¿Cómo, las presentaciones de libros en la feria más importante de Iberoamérica, la de Guadalajara, con la oportunidad de conocer a lo más importante de la intelectualidad mexicana: Elenita Poniatovska o Porfirio Muñoz Ledo, a la gran luchadora social y periodista Lydia Cacho, a Julio Astillero Hernández, a Carmen Aristegui, a José Woldenberg, a los Lorenzos, Córdova y Meyer, o a los grandes novelistas Jorge Volpi o Francisco Martín Moreno, con quien compartimos el pan y la sal, en el hotel que todos compartíamos?
El camino es vasto y tus enseñanzas se vuelven fortalezas para nosotros tus alumnos, a quienes nos enseñabas privilegiando la lógica y la razón ante los programas académicos, ya rebasados o, de plano, absurdos.
Estoy muy contento y me siento muy honrado de ser partícipe de este evento, de este reconocimiento a tu trayectoria académica y, sobre todo, por ser parte de esas andanzas nacionales e internacionales. Seguramente vendrán más enseñanzas, más libros, más opiniones, pero ahora en otra modalidad, desde otra trinchera y al ritmo que quieras (beneficio de una merecida jubilación).
Que este reconocimiento tenga eco a través de los medios de comunicación que nos acompañan.
Muchas gracias.
germanrodriguez32@hotmail.com