/ jueves 17 de octubre de 2024

Fiesta Democrática Nacional (segunda de dos partes)

La sonrisa de la doctora Sheinbaum apareció desde que salió de su casa, en Tlalpan, y no se fue; estuvo constante al abordar su automóvil, en el trayecto a San Lázaro, cuando ingresó al palacio legislativo, durante su discurso y al término protocolario. La gente se arremolinaba a su alrededor y no dejaba avanzar el vehículo. Llegó tarde a la cita y, sin embargo, fue lo de menos. La algarabía y alegría estaba en el ambiente. Como preludio estuvo el ingreso al recinto del presidente saliente, querido por una gran mayoría de mexicanos (el segundo más querido del mundo, por debajo del de la India).

El presidente Andrés Manuel se quitó la banda presidencial, emblema de la persona titular del Poder ejecutivo, la pasó por la presidenta del Congreso de la Unión, la maestra Ifigenia Martínez (qepd; murió a días de la sesión solemne) quien la pasó a Claudia para portarla ayudándose de una cadete militar. Entonces, tomó la protesta constitucional y, enseguida, su primer discurso como Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. La primera mujer en la Historia de México y aún antes de la existencia de México (me refiero a la época colonial e, incluso, a la precolombina).

La presidenta recordó el episodio del desafuero del presidente López Obrador (2004) y señaló que la Historia lo ha juzgado; le reconoció su movimiento social y político y sus aportaciones en la gestión gubernamental, solo comparable con el presidente Lázaro Cárdenas. Recordó la Historia de México con las aportaciones de Hidalgo, Morelos, Guerrero, Guadalupe Victoria, Josefa Ortiz, Leona Vicario, Benito Juárez y los liberales, los hermanos Flores Magón, de los obreros de Río Blanco y de Cananea, de Francisco I. Madero y Emiliano Zapata, de Venustiano Carranza, a los constitucionalistas de 1917, de las adelitas, de Frida Kahlo, de los estudiantes que encabezaron la protesta de 1968 (que se convirtió en masacre, debido a un gobierno autoritario).

La presidenta invitó a la reflexión en torno a lo ocurrido en los últimos seis años y reconoció y reivindicó el surgimiento de un nuevo paradigma de gestión gubernamental, el Humanismo mexicano, sintetizado en un decálogo de principios: 1. Por el bien de todos, primero los pobres. 2. Austeridad republicana: no puede haber gobierno rico con pueblo pobre. 3. Autoridad moral; honradez y honestidad. 4. Con el pueblo todo, sin el pueblo nada; la democracia es el gobierno del pueblo. 5. Libertad en todas sus modalidades; prohibido prohibir. 6. El bienestar del pueblo solamente se logra teniendo un medio ambiente saludable. 7. Igualdad sustantiva. 8. Soberanía, independencia y libertad de México con respecto al resto del mundo. 9. La política se hace con amor; una república amorosa. 10. Exclusión de la discriminación, el clasismo, el racismo y el machismo.

A propósito, muy recomendada la opinión de Fabrizio Mejía Madrid en torno al humanismo mexicano, visible en https://www.sinembargo.mx/04-09-2024/4547171

El discurso tuvo una duración de 44 minutos. No hubo gritos ni aspavientos de la oposición. Al inicio del evento, la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estuvo sola, todos con Claudia; sin embargo, luego de unos minutos, se acercaron a saludarla legisladores de la oposición.

Memorable e histórica la sesión solemne del Congreso de la Unión que tuvo verificativo el pasado uno de octubre. Continúan rompiéndose techos de cristal al más alto nivel político y gubernamental. ¡Enhorabuena por la primera presidenta de México!

germanrodriguez32@hotmail.com