Un día el lunes amaneció sintiéndose viernes. <<¡No!, tú eres el lunes>>, le replicaron los demás días de la semana, pero él explicó que se sentía un viernes, atrapado entre las 24 horas del lunes.
Entiende, si tú no aceptas que eres lunes, martes y miércoles también alegarán, y con justa razón, que son sábado y domingo.
Sin embargo don lunes seguía terco, y recriminaba que se le estaban violando sus derechos básicos: <<si todos contamos con las mismas 24 horas, tenemos el mismo valor, ¿por qué voy a ser yo el día más odiado mientras viernes es el más esperado? Nadie dice ¡gracias a Dios, por fin es lunes!, y yo me siento menospreciado>>.
<<Que tú te sientas menospreciado no te quita que seas lunes>> le contestó miércoles <<a mí me apodan ombligo de la semana y no me ocasiona alguna contradicción; de lo contrario si tú fueras viernes, yo sería un perezoso como el domingo>>.
No hay argumento que valga en contra de mis sentimientos, a partir de hoy, mis 24 horas dejarán de ser lunes
<<Eso no tiene qué ver con ningún derecho, es cronología pura. Con el lunes los niños inician el colegio y los hombres la rutina que les da de comer>> sentenció el sábado <<yo propongo que lo sometamos a votación>>.
<<No habrá votación alguna>> protestó el lunes, <<represento una minoría. Mis 24 horas y yo nos declararemos en huelga si no se cumple nuestro pliego petitorio>>.
<<¿Eres consciente de las consecuencias de tu decisión?>> Le contestó bostezando el domingo.
No me mueve la conciencia, únicamente la certeza que soy las 24 horas de un viernes atrapadas en el cuerpo de un lunes y eso me basta.
El jueves intervino <<aunque intercambies nombre con viernes, estarás al inicio de la semana, te llamarás viernes, pero continuarás luego de las 24 horas del domingo, porque el nombre te lo puedes cambiar a viernes, a hámster, a júpiter, a otoño, pero las 24 primeras horas del inicio de la semana es imposible desaparecerlas o transformarlas>>.
<<¡Exacto!>> gritó martes <<nosotros podemos opinar lo que queramos, pero cada uno de nosotros depende de 24 horas, y esas le pertenecen al reloj, que es muy minucioso>>.
<<Yo apoyo a lunes>>, gritó el reloj desde la pared <<y de paso les digo que tampoco quiero tener dos manecillas sino tres patillas. También siento que “todes” me han estado violando mis garantías individuales por siglos, y aunque tarde, pero el progresismo nos ha alcanzado>>.
<<Esto ya fue muy lejos>>, dijo Chronos, el dueño de todos los tiempo, quien se había mantenido al margen de la discusión. <<¡que la sensatez impere!>>, ordenó con un estruendo al golpear su guadaña en el suelo.
Desde entonces el reloj, en lugar de patillas se quedó con 3 brazos en las manecillas de uno de sus cromosomas y el lunes fue, es, y seguirá siendo lunes, primer día de la semana en el calendario gregoriano.