El contrapeso de Morena y sus mascotas
Después del resultado de las elecciones concurrentes del pasado 2 de junio en México, surgió un nuevo equilibrio de poder que resultó en una mayoría calificada para el oficialismo en la Cámara de Diputados y una cuasi mayoría calificada en la Cámara de Senadores. En una conferencia que no tuvo ni un segundo de desperdicio, en su visita a Celaya el pasado 19 de junio, la respetada politóloga Denise Dresser dijo que comprar a los tres senadores con los que Morena y sus aliados lograrían la mayoría calificada en la Cámara Alta sería más sencillo que ir de compras a una tienda de conveniencia, de esas que se encuentran a la vuelta de la esquina. Tuvo razón; al momento de escribir esta Columna, el oficialismo ha sumado ya a sus filas a dos senadores electos bajo el emblema del PRD, con lo que se coloca a un solo Senador para contar con las dos terceras partes del Congreso de la Unión.
Con ello, se han materializado los hechos para sacar adelante la agenda reformista de López Obrador. El mes de septiembre podría convertirse en el periodo con mayores efectos del presidencialismo en México en toda su historia, desde las seis reformas político electorales de la década de los noventa. La Presidenta electa ha dado señales de no sentirse cómoda con la prisa con la que López Obrador pretende avanzar en diversas reformas, entre ellas la del Poder Judicial, la electoral y la que desaparece a siete organismos autónomos.
Apenas el pasado 30 de agosto, sin pudor alguno al demostrar la sumisión que espera de los legisladores morenistas y sus mascotas aliadas, López Obrador afirmó: “Para reformar la Constitución y que las 20 iniciativas se conviertan en realidad, se requiere que nuestro movimiento tenga una mayoría calificada. ¿Y qué creen que pasó? Se logró y ahí vienen las reformas”. Al referirse a las ’20 reformas’, el presidente saliente hace referencia a aquellas que propuso el 5 de febrero pasado.
La verborrea desbordada de júbilo de López Obrador ha generado una creciente incertidumbre sobre el futuro desempeño económico de México. Ante una oposición gris, carente de legitimidad y que se empeña en defender un coto poder, hoy casi inexistente, emerge un contrapeso al que ni López Obrador ni Sheinbaum Pardo pueden sobornar con la dádiva de candidaturas, posiciones o amenazas de expediente de corrupción. El contrapeso se llama ‘mercado’ y este es el que verdaderamente debe de quitar el sueño a la presidenta electa.
Las expectativas del desempeño económico de México han sufrido una profunda descomposición en los meses posteriores a la elección. Al comparar las expectativas que las instituciones financieras consultadas periódicamente por Citibanamex tenían en la encuesta del 22 de enero del 2024 con las expectativas que mostraron en la encuesta del 20 de agosto, se observa que el deterioro económico en el país sería profundo de continuar con la ola reformista de López Obrador.
Mientras que en enero, los especialistas consultados esperaban una tasa de crecimiento económico para el 2024 del 2.4 por ciento, en agosto la expectativa se ha reducido a solo el 1.7 por ciento. Al inicio del año, los encuestados por Citibanamex esperaban que, en el 2025, la economía mexicana creciera el 1.9 por ciento; en el mes de agosto las mismas instituciones creen que la tasa de crecimiento será de solo el 1.5 por ciento; muy lejos de aquel 6 por ciento que prometió López Obrador al inicio de su mandato.
En materia de crecimiento en los precios, las expectativas también se han deteriorado. Mientras que en enero, los especialistas consultados esperaban una inflación para el 2024 del 4.0 por ciento, en agosto la expectativa se ha incrementado al 4.6 por ciento. Al inicio del año, los encuestados por Citibanamex esperaban que, en el 2025, la inflación fuera del 3.7 por ciento; en el mes de agosto las mismas instituciones creen que la inflación será del 3.9 por ciento.
Pero no solo los especialistas del sector privado han previsto el deterioro del desempeño económico de México. La propia Junta de Gobierno del Banco de México, en el informe trimestral del 28 de agosto del 2024, afirmó que “la actividad económica nacional atraviesa por un periodo de marcada debilidad”. Las expectativas oficiales del Banco de México para el 2024, se degradaron respecto a las publicadas en el informe previo a las elecciones. La expectativa de crecimiento económico para el 2024 bajó del 2.4 por ciento al 1.5 por ciento; para el 2025, la expectativa de crecimiento de la economía mexicana bajó del 1.5 por ciento al 1.2 por ciento. Las expectativas oficiales del Banco Central se encuentran, incluso, por debajo de las de los especialistas privados consultados por Citibanamex.
Ane este escenario, la nueva inversión extranjera en México, como porcentaje del Producto Interno Bruto, en el mes de junio del 2024 fue la más baja desde que existe registro de esta variable, en 1960; es decir, la más baja en por lo menos 64 años. En el segundo trimestre del 2024, salió del país el 95 por ciento de las inversiones en cartera que había llegado el trimestre previo. La depreciación del peso, entre el 31 de mayo del 2024, cierre previo a la elección, y el 30 de agosto fue del 15.2 por ciento. Por su parte, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores cayó el 5.8 por ciento en el mismo período de tiempo.
La presidenta electa no debería de estar dispuesta a enfrentar un sexenio de crisis económica y pasar a la historia como la barrendera del desastre de López. Reformular la agenda reformista del presidente saliente, generar certeza para las inversiones productivas, diseñar un paquete fiscal responsable, priorizar el gasto en educación y salud, retomar la inversión en energías renovables, fortalecer la autonomía de los Poderes de la Unión y construir una exitosa agenda para la revisión del Tratado Comercial con Norteamérica en el 2026, son las salidas de emergencia que tiene Sheinbaum para no enfilarse al basurero de la historia.
LA VIRTUD DEL JUSTO MEDIO.
En lo que va del 2024, el peso mexicano ha sido la segunda moneda con el peor desempeño respecto al dólar, acumulando una depreciación mayor al 16%. Ni el shekel israelita ni el rublo ruso han tenido tan mal desempeño como el peso mexicano, a pesar de ser países en guerra.