/ lunes 1 de julio de 2024

El Chalequero

Según explica Robert Ressler (especialista del FBI en la identificación y captura de asesinos, para lo que se ayudaba de su habilidad para trazar su perfil psicológico y quien acuñó el término serial killer). Todos los asesinos seriales concuerdan en el hecho de tener antecedentes de violencia en la infancia, estos individuos crecen como individuos neuróticos (patológicamente incapaces de lidiar con el estrés) e inestables con tendencia a la agresividad y las perversiones; como producto de su incapacidad para correlacionarse de una manera sana, comienzan a proyectar su frustración hacia terceros, de esta manera empiezan a idear fantasías sádicas en donde descargan sus ímpetus reprimidos en su objeto de proyección; el primer homicidio es producto de un evento estresante, dicho evento se conoce como detonante: el individuo al verse incapacitado para lidiar con este estrés, explota y se desinhibe, dando rienda suelta a sus previas fantasías. Posteriormente se genera una adicción en él, debido a la descarga de neurotrasmisores que se efectúa durante la catarsis que representa el asesinato.

Ese perfil psiquiátrico concuerda con el de Francisco Guerrero Pérez, “El Chalequero”, quien fue el primer asesino serial mexicano del que se tenga registro, y que asesinó alrededor de 20 mujeres entre 1880 y 1888.

Oriundo de los alrededores de Moroleón, a los 22 años, en 1862 se mudó a la colonia Peralvillo de la Ciudad de México.

Tenía varios apodos: El destripador del Río Consulado, El destripador mexicano, y El Barbazul mexicano, pero el más famoso fue el de El Chalequero. Se vestía de manera elegante portando un saco, un chaleco de charro y pantalones de casimir.

Era descrito como “guapo, elegante, galán, y pendenciero”, dijo una fuente anónima citada por Hernán Almaguer en un reportaje para su página Sangre y Plomo.

Su historia ha sido contada y escrita, pero de alguna manera su árbol genealógico se entrecruzó en algún momento con el de mi abuelo, don Heriberto Pérez Zamudio, quien nada tuvo que ver con su perfil, sino todo lo contrario: hombre de familia, leído, responsable, trabajador y torero de afición.

Es ahí cuando se ponen de manifiesto las teorías criminalística de Robert Ressler, quien para sus perfiles, mientras laboraba en el FBI, entrevistó a lo largo de los años a cientos de asesinos, entre los que se encuentran algunos de los más terribles de la historia, como Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy, David Berkowitz, Edmund Kemper y Charles Manson.

Por desgracia hay muchos psicópatas deambulando y conviviendo con nosotros y nuestras familias, lo importante es detectarlos a tiempo y alejarlos a como dé lugar, a veces incluso bajando al submundo de esas bestias que por lo regular se ceban con la gente que perciben vulnerable, pero son cobardes frente al peligro, porque son narcisistas y creen que siempre deben salirse con la suya.

Según explica Robert Ressler (especialista del FBI en la identificación y captura de asesinos, para lo que se ayudaba de su habilidad para trazar su perfil psicológico y quien acuñó el término serial killer). Todos los asesinos seriales concuerdan en el hecho de tener antecedentes de violencia en la infancia, estos individuos crecen como individuos neuróticos (patológicamente incapaces de lidiar con el estrés) e inestables con tendencia a la agresividad y las perversiones; como producto de su incapacidad para correlacionarse de una manera sana, comienzan a proyectar su frustración hacia terceros, de esta manera empiezan a idear fantasías sádicas en donde descargan sus ímpetus reprimidos en su objeto de proyección; el primer homicidio es producto de un evento estresante, dicho evento se conoce como detonante: el individuo al verse incapacitado para lidiar con este estrés, explota y se desinhibe, dando rienda suelta a sus previas fantasías. Posteriormente se genera una adicción en él, debido a la descarga de neurotrasmisores que se efectúa durante la catarsis que representa el asesinato.

Ese perfil psiquiátrico concuerda con el de Francisco Guerrero Pérez, “El Chalequero”, quien fue el primer asesino serial mexicano del que se tenga registro, y que asesinó alrededor de 20 mujeres entre 1880 y 1888.

Oriundo de los alrededores de Moroleón, a los 22 años, en 1862 se mudó a la colonia Peralvillo de la Ciudad de México.

Tenía varios apodos: El destripador del Río Consulado, El destripador mexicano, y El Barbazul mexicano, pero el más famoso fue el de El Chalequero. Se vestía de manera elegante portando un saco, un chaleco de charro y pantalones de casimir.

Era descrito como “guapo, elegante, galán, y pendenciero”, dijo una fuente anónima citada por Hernán Almaguer en un reportaje para su página Sangre y Plomo.

Su historia ha sido contada y escrita, pero de alguna manera su árbol genealógico se entrecruzó en algún momento con el de mi abuelo, don Heriberto Pérez Zamudio, quien nada tuvo que ver con su perfil, sino todo lo contrario: hombre de familia, leído, responsable, trabajador y torero de afición.

Es ahí cuando se ponen de manifiesto las teorías criminalística de Robert Ressler, quien para sus perfiles, mientras laboraba en el FBI, entrevistó a lo largo de los años a cientos de asesinos, entre los que se encuentran algunos de los más terribles de la historia, como Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy, David Berkowitz, Edmund Kemper y Charles Manson.

Por desgracia hay muchos psicópatas deambulando y conviviendo con nosotros y nuestras familias, lo importante es detectarlos a tiempo y alejarlos a como dé lugar, a veces incluso bajando al submundo de esas bestias que por lo regular se ceban con la gente que perciben vulnerable, pero son cobardes frente al peligro, porque son narcisistas y creen que siempre deben salirse con la suya.