/ miércoles 3 de agosto de 2022

De chile, mole y pozole

A contentillo del presidente municipal o del director de obra pública en turno.

Podemos ir a cualquier esquina de nuestros municipios y observar con no mucho agrado que las construcciones de cada espacio, si bien fueron a destiempo, no contemplan ninguna continuidad. Calles con pavimentos asfálticos, concreto hidráulico o con empedrados en sus diferentes modalidades, por no considerar las cercanas a los centros históricos, donde el folclore azteca se engalana y muestra desde la cantera hasta el pórfido, pasando por el concreto estampado.

La industria de la construcción y sus procesos, aún se encuentran en una suerte de artesanías, mientras la tecnología se aplica en los procesos, es de gran importancia comenzar a desarrollar por lo menos una estrategia que permita que todos los esfuerzos de dar infraestructura e imagen urbana, que seguramente tendrán que sobrepasar los trienios, para que exista continuidad en las acciones y en el diseño.

Es como si una casa comienza de un color y conforme se va avanzando se va pintando de diferentes colores, además de los ya conocidos por los partidos políticos, no es ni lo más estético ni financieramente rentable. Al pasar el tiempo el no tener una estandarización del diseño y por ende de los procesos, tiende a generar más gasto de “supuesta inversión” para poner parches encima de los otros parches que ya se tenían, saliendo más caro el caldo que las albóndigas.

No todo está perdido, una muestra de buenas prácticas en este tema es el Comité Europeo de Normalización y aunque esté en otro continente y tenga una realidad totalmente diferente, el proceso es relativamente el mismo. Se busca que las mismas acciones puedan replicarse de forma estandarizada en diferentes regiones y países, aunque cada quién con sus contextos y asegunes, pero sobre la misma línea.

Otro ejemplo más cercano y aplicado a la industria de la construcción y urbanismo es la norma para los espacios públicos, que emitió hace apenas unos años la SEDATU, la cual propicia primero que hablemos el mismo lenguaje en la materia, segundo que podamos actuar con diseños mínimos, es decir un porcentaje de cuánta sombre debería de existir en base al terreno, cuántas bancas en base a la población y así delimitando un proyecto para espacios públicos que permita cada vez ir perfeccionando el diseño y la construcción de los mismos, actualizando cada año los procesos y obteniendo una similitud en los procesos, abaratando y eficientando la infraestructura pública.

@marcosornelasm

marcosornelasm@gmail.com