“No hay que ignorar que gracias a estas mujeres que han luchado tanto por ganar un espacio en la sociedad, no sólo en el ámbito del arte, nosotras podemos hacer el trabajo con mucha más facilidad”: Gabriela Ortiz.
Con pocas excepciones, el dominio del hombre sobre la mujer fue la constante durante miles de años. La excepción era cuando por falta de un varón en alguna dinastía real una mujer era proclamada reina y algunas veces, como el caso de María Antonieta de Austria, esposa del rey Luis XVI de Francia, dominaba la voluntad de su consorte al punto que fue acusada de ser el origen de la política antiparlamentaria y de nombrar y destituir a los ministros a su antojo. Su final, bien conocido, murió bajo el filo de la guillotina en la “Place de la Concorde” de París. Su muerte, la de Luis XVI y el triunfo de la Revolución francesa cambiaron muchas cosas, pero poco en el trato que se daba a la mujer.
A mediados del siglo XIX en Alemania, se decía que una mujer trabajadora ya no era mujer en oposición entre el hogar y el trabajo, entre feminidad y productividad, empero, la mujer que trabajaba no pasaba de ser hilandera, niñera, sirvienta, empleada de cervecerías y algunos casos en labores “chic” como modista. En las familias acomodadas era figura en las fiestas y recepciones gubernamentales o diplomáticas, un objeto y en el hogar, dedicada al servicio de su cónyuge y a la maternidad siempre bajo la mirada patriarcal del varón.
Mi mamá decía “un canario en jaula de oro”.
En ese entorno encontramos una mujer excepcional que logró imponerse sobre un ambiente hostil a las mujeres, Clara Wieck (1819-1896) hoy en día considerada como la mujer más importante de la historia de la música clásica. Conocida con el apellido de su esposo el compositor Robert Schumann, por más de 60 años realizó una carrera pianística en que sobresalía por su técnica, el bellísimo tono que brotaba de sus manos sobre el teclado con un sentimiento poético. Sin duda fue la mejor intérprete de piano del siglo XIX. Madre de ocho hijos “que le dio” a Robert, fue también una gran empresaria, como concertista mantuvo a su familia, como esposa superó la complicada relación familiar donde sobresale la lealtad y el cuidado que le entregó a su esposo que pasó su vida entre la composición, crisis de locura e ingresos al manicomio donde finalmente murió. Con los datos que se tienen, hoy se acepta que lo que padecía era una enfermedad mental bipolar. Para mi parecer, Beethoven, Schuman y Johannes Brahms son los máximos exponentes del romanticismo de la música culta.
En reciente conferencia dictada en el Colegio Nacional, por el Dr. Adolfo Martínez Palomo, investigador médico que ha estudiado la biología de las células cancerosas, melómano y gran conocedor de la música académica, llama a Clara “la reina del piano.”
En la misma ocasión, la compositora Gabriela Ortiz recordó que, si bien Clara no había tenido el tiempo suficiente para realmente estudiar, la vida de esta fantástica intérprete y compositora, a pesar de la relación compleja con su esposo y con Johannes Brahms (que merece un capítulo aparte) sabía que había sido una compositora truncada porque dejó de componer a una edad que pudo continuar creando música por muchos años. Clara escribió 66 piezas, incluyendo obras de piano y orquesta, solos de piano, cadenzas para conciertos de Beethoven y Mozart.
Clara Schumann, es un trono para las mujeres que ante la adversidad, han luchado y sobresalido por su tesón, integridad, lealtad y rectitud.
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