/ martes 8 de octubre de 2024

Cinecrítica

La sustancia

Amables cinéfilas-os: en esta oportunidad tenemos una película diferente a las que solemos comentar, actualmente en cartelera, que nos permite apreciar algo diferente y estimulante.

La actuación de Demi Moore es digna de mención, aunque no ha tenido aún reconocimiento, quizá porque su género no es de los que atrae a los críticos, pero hay una gran expresión artística en esta película, de la que, por lo menos en este espacio se dejará constancia. Es muy interesante que su alternante, sin ser del todo parecida físicamente, sí logra mimetizarse psicológicamente en su interpretación, con el personaje de Moore, lo que es relevante para la trama, porque una obra como esta, que raya en la ciencia ficción, necesita de mucha coherencia estructural para que el público pueda sentirse identificado con los personajes y se implique en la trama, lo cual realmente se logra.

Dirigida y escrita por la francesa Coralie Fargeat, cuenta la historia de Elisabeth Sparkle (Demi Moore) quien, luego de ser la más célebre presentadora de rutinas de ejercicio por décadas, es desplazada por Sue (Margaret Qualley) una nueva presentadora, más joven, sexy y de súbita aparición, que origina la pérdida de su imagen pública y la rendición de las masas televisivas ante la nueva presentadora.

La autora del guion señala que tuvo una alta inspiración en el retrato de Dorian Gray, de Óscar Wilde, por el tema de la edad, sin embargo, esa obra de la literatura universal tiene un sentido más allá que el solo hecho de la edad, que se volvió tan estridente que ha ocultado el más profundo sentido de la narración y, que está presente asimismo en la película, que es el tema del alma, pues precisamente, la película funciona porque las protagonistas reflejan la misma alma como una misma persona que son y, en la novela, es el alma el que va perdiendo su esencia, no es tanto que envejezca el personaje, sino la transformación que va sufriendo, que en la película también es lo más trascendente. Y quizá esas sean las razones por las que acaba de ganar en el reciente Festival Internacional de Cine de Cannes, el reconocimiento por el mejor guion original y la película estuvo nominada a la Palma de Oro.

La película no se basa en efectos especiales y maquillaje, incluyendo prostéticos, pero son elementos esenciales para lograr la transformación que vemos en pantalla, que es realmente digna de mención, porque Demi Moore es irreconocible, pero está ahí, un gran trabajo sin duda.

El montaje es alucinante, con su vertiginoso ritmo que te lleva en caída libre.

Los productores nos entregan, sin duda, una atrevida propuesta de suspenso psicológico.

Comentario final: hay escenas tan provocadoras como escatológicas.

La sustancia

Amables cinéfilas-os: en esta oportunidad tenemos una película diferente a las que solemos comentar, actualmente en cartelera, que nos permite apreciar algo diferente y estimulante.

La actuación de Demi Moore es digna de mención, aunque no ha tenido aún reconocimiento, quizá porque su género no es de los que atrae a los críticos, pero hay una gran expresión artística en esta película, de la que, por lo menos en este espacio se dejará constancia. Es muy interesante que su alternante, sin ser del todo parecida físicamente, sí logra mimetizarse psicológicamente en su interpretación, con el personaje de Moore, lo que es relevante para la trama, porque una obra como esta, que raya en la ciencia ficción, necesita de mucha coherencia estructural para que el público pueda sentirse identificado con los personajes y se implique en la trama, lo cual realmente se logra.

Dirigida y escrita por la francesa Coralie Fargeat, cuenta la historia de Elisabeth Sparkle (Demi Moore) quien, luego de ser la más célebre presentadora de rutinas de ejercicio por décadas, es desplazada por Sue (Margaret Qualley) una nueva presentadora, más joven, sexy y de súbita aparición, que origina la pérdida de su imagen pública y la rendición de las masas televisivas ante la nueva presentadora.

La autora del guion señala que tuvo una alta inspiración en el retrato de Dorian Gray, de Óscar Wilde, por el tema de la edad, sin embargo, esa obra de la literatura universal tiene un sentido más allá que el solo hecho de la edad, que se volvió tan estridente que ha ocultado el más profundo sentido de la narración y, que está presente asimismo en la película, que es el tema del alma, pues precisamente, la película funciona porque las protagonistas reflejan la misma alma como una misma persona que son y, en la novela, es el alma el que va perdiendo su esencia, no es tanto que envejezca el personaje, sino la transformación que va sufriendo, que en la película también es lo más trascendente. Y quizá esas sean las razones por las que acaba de ganar en el reciente Festival Internacional de Cine de Cannes, el reconocimiento por el mejor guion original y la película estuvo nominada a la Palma de Oro.

La película no se basa en efectos especiales y maquillaje, incluyendo prostéticos, pero son elementos esenciales para lograr la transformación que vemos en pantalla, que es realmente digna de mención, porque Demi Moore es irreconocible, pero está ahí, un gran trabajo sin duda.

El montaje es alucinante, con su vertiginoso ritmo que te lleva en caída libre.

Los productores nos entregan, sin duda, una atrevida propuesta de suspenso psicológico.

Comentario final: hay escenas tan provocadoras como escatológicas.

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