/ martes 30 de julio de 2024

Cinecrítica

Intensamente.

Amables cinéfilas-os: seguimos disfrutando de las vacaciones veraniegas, donde, entre las novedades tenemos que ya ni en la inauguración de unas olimpiadas podemos confiar para que los niños puedan ver un espectáculo que solía ser familiar, fue el colmo la decadencia que mostró el acontecimiento más esperado cada cuatro años, donde los atletas se vieron inmersos en un suceso grotesco y sacrílego, pero vamos a lo nuestro que es el cine.

Con guion de Meg LeFauve y Dave Holstein y dirigida por Kelsey Mann es la película que continúa la saga del mismo título, que nos fascinó con su planteamiento sobre el cómo se procesan nuestros sentimientos en el fondo de nuestro ser, que se quedó en vísperas de la pubertad, que es el tema central de esta segunda película, donde nuestra protagonista, Riley, ha crecido y es convocada con sus amigas del equipo de hockey escolar a un curso de verano donde serán entrenadas y probadas para entrar al equipo representativo en plena adolescencia, llegando nuevos sentimientos que afloran en la personalidad de Riley, por lo que a la Alegría, Tristeza, Furia, Miedo y Desagrado se agregan la Envidia, Ansiedad, Vergüenza, Aburrimiento y Melancolía, que tendrá que esperar.

Luego entonces, nos pone a reflexionar sobre el cómo, la transformación que implica la pubertad, nos cuesta entenderla y pasar por ella, mientras vives nuevos retos que contraponen tus aspiraciones con tu escala de valores, que se ve confrontada con nuevas emociones y sentimientos, por lo que es un eterno dilema.

La película tiene genialidades como esa gran disyuntiva entre las grandes emociones que se presentan en la vida.

La gran calidad en la animación es digna de resaltar porque si bien en esta modalidad todo lo que tengamos en la memoria será posible de ser recreado, existen universos específicos como el que crearon para esta historia, que tienen su propia identidad y el logro es destacable.

Los ganadores somos los espectadores, que recibimos un gran momento de entretenimiento y reflexión. Tiene un gran cierre, que deja una contundente lección de vida para educadores y padres, precisamente en estos tiempos de mala educación, acrecentada por el uso inmoderado de las redes sociales y de los dispositivos móviles, porque crecer tiene un momento de crisis en la pubertad, que implica informarnos para acompañar a nuestros chavos en su desarrollo.

Los productores logran mantener una segunda película bien sostenida sobre los cimientos de su antecesora.

Comentario final: que vaya viendo Disney que, para ganar dinero, se debe dejar el progresismo anticristiano fuera del cine.

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