La otra cara de la luna
Amables cinéfilas-os: como siempre, nos gozamos en presentarles opciones para su entretenimiento y disfrute de la cartelera cinematográfica, que se encuentra un tanto corta, ya que, en plena temporada veraniega se prioriza a los grandes estrenos con enorme despliegue publicitario o que constituyen las secuencias de conocidas sagas, pero, afortunadamente, nunca falta la propuesta que sale del contexto general.
Y es que, a lo largo de los años, hemos estado inmersos en la carrera por conquistar el universo, con los países protagonistas y toda clase de rumores sobre ello, por lo que, la película retoma esta trama y, dirigida por Greg Berlanti, bajo el guion de Keenan Flynn, Bill Kirstein y Rose Gilroy, relata la historia de una experta publicista, Kelly Jones (Scarlett Johansson) a la que, en 1969 se le hubiere encomendado filmar la secuencia del alunizaje del Apolo 11, con el recorrido en el satélite natural de la Tierra y colocación de la bandera de los EE. UU. en su superficie, misión espacial a cargo del director de vuelo Cole Davis (inspirado en el legendario Gene Kranz, quien fuere director de vuelo de los Apolo 11 y 13) hasta su feliz término, al acuatizar en el Pacífico.
Todo parte de que la NASA efectivamente utilizó un equipo de relaciones públicas para llevar al público estadounidense, opuesto a este proyecto, en aquellos años de la avanzada guerra de Vietnam, además del contexto de la guerra fría, a que se asomara a lo que se hacía en este terreno, con sus impuestos, que es lo que vincula la ficción con la realidad, pues se entremezcla la historia ficticia con los personajes reales de los tres astronautas y la figura presidencial, además de las situaciones generadas en la agitada lucha por justificarse ante los contribuyentes por el gasto de esa magnitud.
La versatilidad de Scarlett Johansson (Jojo Rabbvit, 2019; Historia de un matrimonio, 2019) es palpable, en esta oportunidad, con la imagen de la época, queda caracterizada para dar el tono y encanto exactos y, aunque hubiera pensado que Channing Tatum era el alternante imposible para una comedia romántica, resulta muy dúctil en su rol, realmente sus personajes les quedan “a la medida”. Y ni qué decir del de Woody Harrelson, una gozada.
El director viene de la producción televisiva y de algunas películas (Flash, 2014; Flecha Verde, 2012), ha dirigido muy poco, pero esta es su mayor apuesta a la fecha, con un sorprendente resultado en cuanto al género de la película, que, de comedia romántica, de repente se pone intensa y reflexiva, pasando de forma natural y sutil a diversa situación, lo que se logra con un adecuado montaje.
Los productores se suben al tren de las conspiraciones de varias décadas para presentarnos una visión que hemos escuchado, con un planteamiento que logra mantenernos en suspenso sobre el tema, sin tener que tomar partido, porque la vida real supera a la ficción.
Comentario final: es esa película que sale del montón y te da más de lo que esperabas por el precio de tu boleto.