/ martes 16 de julio de 2024

Cinecrítica

Mi nombre era Eileen

Amables cinéfilas-os: un placer saludarlos nuevamente desde este su espacio de cine, en el que ya hace mucho tiempo no teníamos una película de autor, desde las plataformas de servicios en línea, por lo que en esta oportunidad haremos el análisis de un thriller de especiales características mientras la cartelera se amplía un poco de los apabullantes estrenos veraniegos.

Basada en el libro de Otessa Moshfegh, con guion de ella en acompañamiento a Luke Goebel y dirigida por William Oldroyd que trata sobre la amistad entre una funcionaria de una prisión (Anne Hathaway) y el embeleso que le causa a otra joven empleada del lugar, lo que provoca un inimaginable desenlace.

Es una propuesta valiosa dentro del universo cinematográfico porque, aunque el título nada nos deja entrever y, por ende, tanto la presencia de la siempre interesante ganadora del Óscar Anne Hathaway (Los Miserables, 2012) como la de la joven neozelandesa ya nominada por la crítica (Jojo Rabbil, 2019) son los ingredientes para una experiencia inesperada que va siendo desvelada de poco en poco, aunque la siembra logra una cosecha abundante en momentos en que las actrices alternan y logran sacar fuertes emociones en el espectador, ambas mantienen un nivel alto en sus interpretaciones, logrando una mancuerna inolvidable donde los sucesos que se presentan las ponen en situaciones límite que manejan con soltura, de la mano de un director no tan experimentado pero sí eficiente y reconocido, quien ya cuenta con sendas nominaciones al BAFTA por su trabajo como director, desde su Ópera Prima (Lady Macbeth, 2018).

La fotografía lo es todo, el juego constante entre luces y sombras, como el propio corazón de la protagonista, con elementos disruptivos por momentos, que develan algo, siempre va dejando pistas y luego sorpresas.

El montaje hace de esta película de suspenso un rompecabezas que se va desvelando de a poco, para el juego entre espectador y protagonistas, que no necesariamente es en todo momento claro, como suele ser en este tipo de propuestas donde cada detalle es importante.

Los productores presentan una osada propuesta que no necesariamente puede ser la más comercial y, sin embargo, fueron fieles a lo que decidieron presentar, pues la película es redonda en sus términos.

Comentario final: en esta aciaga época un filme de esta naturaleza se siente menos impactante. debido a la descomposición del tejido social, sin embargo, el tema es fuerte.

Mi nombre era Eileen

Amables cinéfilas-os: un placer saludarlos nuevamente desde este su espacio de cine, en el que ya hace mucho tiempo no teníamos una película de autor, desde las plataformas de servicios en línea, por lo que en esta oportunidad haremos el análisis de un thriller de especiales características mientras la cartelera se amplía un poco de los apabullantes estrenos veraniegos.

Basada en el libro de Otessa Moshfegh, con guion de ella en acompañamiento a Luke Goebel y dirigida por William Oldroyd que trata sobre la amistad entre una funcionaria de una prisión (Anne Hathaway) y el embeleso que le causa a otra joven empleada del lugar, lo que provoca un inimaginable desenlace.

Es una propuesta valiosa dentro del universo cinematográfico porque, aunque el título nada nos deja entrever y, por ende, tanto la presencia de la siempre interesante ganadora del Óscar Anne Hathaway (Los Miserables, 2012) como la de la joven neozelandesa ya nominada por la crítica (Jojo Rabbil, 2019) son los ingredientes para una experiencia inesperada que va siendo desvelada de poco en poco, aunque la siembra logra una cosecha abundante en momentos en que las actrices alternan y logran sacar fuertes emociones en el espectador, ambas mantienen un nivel alto en sus interpretaciones, logrando una mancuerna inolvidable donde los sucesos que se presentan las ponen en situaciones límite que manejan con soltura, de la mano de un director no tan experimentado pero sí eficiente y reconocido, quien ya cuenta con sendas nominaciones al BAFTA por su trabajo como director, desde su Ópera Prima (Lady Macbeth, 2018).

La fotografía lo es todo, el juego constante entre luces y sombras, como el propio corazón de la protagonista, con elementos disruptivos por momentos, que develan algo, siempre va dejando pistas y luego sorpresas.

El montaje hace de esta película de suspenso un rompecabezas que se va desvelando de a poco, para el juego entre espectador y protagonistas, que no necesariamente es en todo momento claro, como suele ser en este tipo de propuestas donde cada detalle es importante.

Los productores presentan una osada propuesta que no necesariamente puede ser la más comercial y, sin embargo, fueron fieles a lo que decidieron presentar, pues la película es redonda en sus términos.

Comentario final: en esta aciaga época un filme de esta naturaleza se siente menos impactante. debido a la descomposición del tejido social, sin embargo, el tema es fuerte.

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