/ lunes 13 de mayo de 2024

Calcuta

El viernes 10 de mayo, tuve la necesidad de ir al Hospital #4 del IMSS en Celaya, y lo que me encontré me impactó: más que un hospital institucional de segundo nivel, parecía el servicio ofrecido a los pacientes con enfermedades terminales en los “hogares para moribundos” de “Las Misioneras de la Caridad” fundados por la Madre Teresa de Calcuta. Los pacientes que estaban esperando una cirugía urgente o su traslado, y que no cabían o no podían mantenerse sentados en las sillas, estaban recostados sobre cartones de huevo, con sus sueros detenidos por los otros pacientes que sí estaban en las sillas y tenían la fuerza suficiente para ayudar.

Denunciar esto me ha ocasionado muchos problemas, incluso existió la consigna desde la delegación de León de desaparecerme. El encargado de ejecutar esa orden era un personaje siniestro que se desempeñó durante 4 años en la dirección de mi hospital, aquí en Acámbaro.

El tipo en cuestión tenía la complexión, la misma mirada torva y hasta similitud en la escala cromática de Idi Amin Dada, una de las peores escorias de la historia moderna, que gobernó Uganda con mano de hierro entre 1971 y 1979.

Aquel director imponía sus propias condiciones de trabajo. Él tenía, como Lopitos de la Ley de Herodes, su propio contrato colectivo y su ley federal del trabajo. Las jornadas las quería hacer de 12 horas mientras él holgazaneaba la mayor parte del día. Pensaba que manteniendo a la gente bajo estrés los hacía rendir mejor. No duró mucho tiempo con ese sistema, y no porque alguna autoridad hubiese hecho algo, sino porque al final nadie es víctima de nadie, solo es cómplice de lo que le permite, así que tuvo que irse de Acámbaro para instalarse ¿Dónde cree usted?...

Acertó si dijo que en el IMSS de Celaya, el lugar que les acabo de describir y que más que hospital parece un moridero de Calcuta: ahora es el encargado de la división de cirugía, donde se comienzan a ver y sentir los efectos de sus sabias decisiones.

Y no es el único lugar del país manejado con las patas, mientras visitaba Celaya, me enteré que en Ciudad Valles, San Luis Potosí, se dio otra tragedia también el 10 de mayo, donde murieron al menos 10 pacientes por golpe de calor, entre la desesperación de solicitar bolsas y barras de hielo, por la ausencia de aire acondicionado en los hospitales del IMSS y la secretaría de Salud.

No sé si ahora los daneses son más morenos, o nuestro sistema de salud, más que al de Dinamarca, terminó por parecerse al de Calcuta.

El viernes 10 de mayo, tuve la necesidad de ir al Hospital #4 del IMSS en Celaya, y lo que me encontré me impactó: más que un hospital institucional de segundo nivel, parecía el servicio ofrecido a los pacientes con enfermedades terminales en los “hogares para moribundos” de “Las Misioneras de la Caridad” fundados por la Madre Teresa de Calcuta. Los pacientes que estaban esperando una cirugía urgente o su traslado, y que no cabían o no podían mantenerse sentados en las sillas, estaban recostados sobre cartones de huevo, con sus sueros detenidos por los otros pacientes que sí estaban en las sillas y tenían la fuerza suficiente para ayudar.

Denunciar esto me ha ocasionado muchos problemas, incluso existió la consigna desde la delegación de León de desaparecerme. El encargado de ejecutar esa orden era un personaje siniestro que se desempeñó durante 4 años en la dirección de mi hospital, aquí en Acámbaro.

El tipo en cuestión tenía la complexión, la misma mirada torva y hasta similitud en la escala cromática de Idi Amin Dada, una de las peores escorias de la historia moderna, que gobernó Uganda con mano de hierro entre 1971 y 1979.

Aquel director imponía sus propias condiciones de trabajo. Él tenía, como Lopitos de la Ley de Herodes, su propio contrato colectivo y su ley federal del trabajo. Las jornadas las quería hacer de 12 horas mientras él holgazaneaba la mayor parte del día. Pensaba que manteniendo a la gente bajo estrés los hacía rendir mejor. No duró mucho tiempo con ese sistema, y no porque alguna autoridad hubiese hecho algo, sino porque al final nadie es víctima de nadie, solo es cómplice de lo que le permite, así que tuvo que irse de Acámbaro para instalarse ¿Dónde cree usted?...

Acertó si dijo que en el IMSS de Celaya, el lugar que les acabo de describir y que más que hospital parece un moridero de Calcuta: ahora es el encargado de la división de cirugía, donde se comienzan a ver y sentir los efectos de sus sabias decisiones.

Y no es el único lugar del país manejado con las patas, mientras visitaba Celaya, me enteré que en Ciudad Valles, San Luis Potosí, se dio otra tragedia también el 10 de mayo, donde murieron al menos 10 pacientes por golpe de calor, entre la desesperación de solicitar bolsas y barras de hielo, por la ausencia de aire acondicionado en los hospitales del IMSS y la secretaría de Salud.

No sé si ahora los daneses son más morenos, o nuestro sistema de salud, más que al de Dinamarca, terminó por parecerse al de Calcuta.