Al igual que en la vida cotidiana, como en la tercera ley de Newton, en el mercado (definiéndolo como el conjunto de bienes y servicios que se intercambian mediante transacciones entre compradores y vendedores en el mundo) a cualquier acción (arancel) corresponde una reacción de igual magnitud (otro arancel).
Para poder entrar a detalle es importante que comprendamos que un arancel, en economía y de manera muy general, es un impuesto o gravamen que se aplica a los bienes que se intercambian entre dos economías mediante importaciones (lo que uno compra) y exportaciones (lo que otro vende) con la finalidad de limitar o intervenir para regular el consumo de dichos productos de origen no nacional. Y ¿para qué serviría cobrar aranceles a importaciones? Una de las muchas razones podría ser la del fortalecimiento del mercado interno a través de un aumento de precios a productos sustitutos extranjeros, obligando a los consumidores (si la decisión es racional y económica) a consumir el bien que es más barato (supondríamos que el nacional), siempre y cuando sólo se tome la decisión basada en precios.
¿Qué dice Trump sobre los aranceles? Aranceles del 25% de todos los bienes que sean de origen mexicano o canadiense. ¿Por qué? Trump busca generar presiones para resolver problemas migratorios, tráfico de drogas y seguridad. Ahora bien ¿esta guerra resuelve los problemas que Trump quiere atender? La respuesta es no, evidentemente generan presiones, pero no resuelven nada, al contrario se crean nuevos.
Adicional a esto, Trump y su ya conocido modus político, busca mediante las amenazas y presiones frenar la apertura y/o reubicación de empresas americanas en territorio, principalmente mexicano. El caso más conocido es el de la gigafactory de Tesla en el estado de Nuevo León cuya instalación, anunciada en 2023, fue cancelada y en su lugar, Elon Musk anunció ampliaría la capacidad instalada en su fábrica ubicada en Texas, esto como clara señal de apoyo a Trump, al grado que Musk formará parte de su gabinete.
Ahora bien, es importante mencionar que a los ojos del TMEC la industria automotriz es pilar fundamental en el comercio de los tres países, sin embargo, enfocarnos en los números de lo que representa esta industria entre México y Estados Unidos es vital para tratar de visualizar el alcance que podría tener esta decisión en ambos países. Actualmente en nuestro país las marcas Stellantis, Ford y General Motors (esta última con mayor materialidad) tienen armadoras instaladas.
Si analizamos los datos de exportación y producción de estas armadoras, tomando las cifras oficiales del INEGI, se observa que en conjunto durante el periodo comprendido de enero a octubre 2024 se exportaron un total de 1,167,191 unidades a EUA; de las cuales GM exportó un total de 591,077 unidades, seguido de Ford con 312,322 unidades y, por último, grupo Stellantis con un total de 263,792 unidades exportadas. Si hacemos la comparativa del total de unidades exportadas a nivel mundial por estas tres armadoras (1,315,331 unidades) el mercado de EUA representa el 88.7% de las unidades exportadas para estas empresas (su principal socio comercial).
Tomando en cuenta el total de unidades producidas por estas armadoras, podemos observar que, para el mismo periodo, enero – octubre 24, estas produjeron un total de 1,441,013 unidades repartidas de la siguiente manera: GM tuvo una producción total de 746,393 unidades, seguido de Stellantis con 358,481 y por último Ford con un total de 336,139 unidades producidas. Haciendo el cruce de información entre las unidades producidas y exportadas, podemos observar que para grupo Stellantis, del total de su producción en México, la exportación de unidades a los EUA representa el 73.6%, para GM el 79.2% y, por último, para Ford sus exportaciones a EUA representan el 92.9% del total de su producción, de este tamaño es el mercado americano respecto de la producción de vehículos en nuestro país por estas marcas.
Por último, es importante afirmar que, lo que menciona Sheinbaum y Marcelo Ebrard es correcto ya que al final del día quienes pagan los productos son los consumidores y ellos serán quienes absorban estos aumentos de precios pues como observamos en supra líneas, los consumidores estadounidenses son los que consumen el mayor porcentaje de las unidades producidas por las armadoras americanas. Y sí, para México también se darían repercusiones de grandes magnitudes pues estas empresas podrían tomar la decisión de trasladar su producción a su país (siendo un caso muy extremo de miles de millones de dólares), sobre todo si existen apoyos por parte del gobierno de Trump para asumir los costos asociados con la instalación de sus líneas de producción, lo que podría tener impactos de gran magnitud ya que la industria automotriz representa alrededor del 5% del PIB de nuestro país, asimismo, podría impactar a más de 900,000 empleados directos e indirectos que interactúan en esta industria en nuestro país.