/ jueves 16 de mayo de 2024

A Propósito del Día del Maestro

A propósito de la reciente conmemoración del Día del Maestro (ayer, 15 de mayo), unas reflexiones en torno a la esencial labor de pedagogía, es decir, la práctica de enseñar algo (determinado aspecto o área, dice la segunda acepción del Diccionario de la lengua española).

Los maestros, profesores o pedagogos son un pilar fundamental en un Estado democrático y de Derecho, particularmente quienes siguen su vocación y están frente a grupos de niños, pues es en esa edad en la que las personas somos más influenciables y receptoras de conocimientos, de costumbres y de buenas maneras, de ahí que en preprimaria o los primeros años de la instrucción primaria se pondere como de mayor importancia que el niño aprenda respeto, valores, trabajo en equipo, responsabilidad, solidaridad y desarrollo de habilidades personales; elementos, todos, que definirán a un buen ciudadano, toral en toda sociedad organizada.

Los profesores de estos grados son trascendentes para los menores, pues, además de que les enseñan de manera esquematizada y profesional (no como pueden enseñar los miembros de la familia) las letras y los números que nos acompañan toda la vida.

Un buen maestro transmuta a guía, consejero, asesor o amigo. Para ilustrar su trascendencia, la siguiente anécdota: aún recuerdo que, ya hace muchos años, cuando estaba en los primeros cursos de primaria, con cierta frecuencia, algunos compañeros le decían a la maestra, «mamá». El subconsciente o la confusión traicionaban pues, guardadas las proporciones y en cierta medida, hacen labor similar.

El maestro predica con el ejemplo, pues en muchas ocasiones aprendemos a partir de la observación… y es ahí en donde hay riesgos, pues no toda persona que enseña algo cuenta con los valores necesarios para la sana convivencia en un Estado como al que aspiramos; más aún, los docentes pueden ser personas nocivas para la comunidad, o bien, francos delincuentes que, escudándose en la protesta social como forma para ejercer la ciudadanía, destruyen bienes del dominio público. Huelga decir que la protesta social no tiene porqué ser violenta.

He detectado que, en la medida en que el alumno crece y, por ende, aumenta su raciocinio y su capacidad de análisis, el maestro incapaz e ignorante es repudiado por el alumnado; más aún ante el infructuoso intento de esconder sus deficiencias tras la careta de rudo, exigente e inflexible. El profesor, entonces, debe ganarse el respeto del alumno, lo cual se consigue con conocimientos técnicos, empatía y habilidades de comunicación, tanto oral como escrita, esta cobra mayor importancia cuando el alumno es de maestría o doctorado y toma como referente las publicaciones de su mentor (¿o un maestro puede exigir que el alumno publique, cuando aquel jamás ha publicado una línea?).

En fin, un sincero reconocimiento a todas las personas que laboran como profesores, imparten sus conocimientos, inspiran, motivan, educan y transmiten al alumno el amor y la estima por aprender, por el conocimiento, por ser mejores, a sabiendas de que es imposible aprender todo lo que es susceptible de enseñar…

La labor docente es invaluable.

germanrodriguez32@hotmail.com

A propósito de la reciente conmemoración del Día del Maestro (ayer, 15 de mayo), unas reflexiones en torno a la esencial labor de pedagogía, es decir, la práctica de enseñar algo (determinado aspecto o área, dice la segunda acepción del Diccionario de la lengua española).

Los maestros, profesores o pedagogos son un pilar fundamental en un Estado democrático y de Derecho, particularmente quienes siguen su vocación y están frente a grupos de niños, pues es en esa edad en la que las personas somos más influenciables y receptoras de conocimientos, de costumbres y de buenas maneras, de ahí que en preprimaria o los primeros años de la instrucción primaria se pondere como de mayor importancia que el niño aprenda respeto, valores, trabajo en equipo, responsabilidad, solidaridad y desarrollo de habilidades personales; elementos, todos, que definirán a un buen ciudadano, toral en toda sociedad organizada.

Los profesores de estos grados son trascendentes para los menores, pues, además de que les enseñan de manera esquematizada y profesional (no como pueden enseñar los miembros de la familia) las letras y los números que nos acompañan toda la vida.

Un buen maestro transmuta a guía, consejero, asesor o amigo. Para ilustrar su trascendencia, la siguiente anécdota: aún recuerdo que, ya hace muchos años, cuando estaba en los primeros cursos de primaria, con cierta frecuencia, algunos compañeros le decían a la maestra, «mamá». El subconsciente o la confusión traicionaban pues, guardadas las proporciones y en cierta medida, hacen labor similar.

El maestro predica con el ejemplo, pues en muchas ocasiones aprendemos a partir de la observación… y es ahí en donde hay riesgos, pues no toda persona que enseña algo cuenta con los valores necesarios para la sana convivencia en un Estado como al que aspiramos; más aún, los docentes pueden ser personas nocivas para la comunidad, o bien, francos delincuentes que, escudándose en la protesta social como forma para ejercer la ciudadanía, destruyen bienes del dominio público. Huelga decir que la protesta social no tiene porqué ser violenta.

He detectado que, en la medida en que el alumno crece y, por ende, aumenta su raciocinio y su capacidad de análisis, el maestro incapaz e ignorante es repudiado por el alumnado; más aún ante el infructuoso intento de esconder sus deficiencias tras la careta de rudo, exigente e inflexible. El profesor, entonces, debe ganarse el respeto del alumno, lo cual se consigue con conocimientos técnicos, empatía y habilidades de comunicación, tanto oral como escrita, esta cobra mayor importancia cuando el alumno es de maestría o doctorado y toma como referente las publicaciones de su mentor (¿o un maestro puede exigir que el alumno publique, cuando aquel jamás ha publicado una línea?).

En fin, un sincero reconocimiento a todas las personas que laboran como profesores, imparten sus conocimientos, inspiran, motivan, educan y transmiten al alumno el amor y la estima por aprender, por el conocimiento, por ser mejores, a sabiendas de que es imposible aprender todo lo que es susceptible de enseñar…

La labor docente es invaluable.

germanrodriguez32@hotmail.com