/ sábado 4 de mayo de 2024

Hacia los 200 Años de la Fundación de la Escuela Normal en la Ciudad de Guanajuato, 1825-2025

El estado de Guanajuato se encuentra en este año celebrando su historia propia, enmarcada dentro del contexto nacional. Los festejos por los 200 años de su vida como entidad libre y soberana, tuvo sus cimientos en aquel diciembre de 1823.

Desde entonces, una serie de acontecimientos de diversa índole transcurrieron, configurando a su sociedad y cultura. Justamente, una institución que nació casi al mismo tiempo con el estado ha sido su Escuela Normal. Fue concebida como un proyecto en diciembre de 1824 por el diputado Don Mariano Leal y Araujo, quien abogó para que la 1ª. Escuela de Niños fuera declarada “Normal”. Finalmente, el 22 de enero de 1825, el primer gobernador Lic. Carlos Montes de Oca, apoyó la creación de la Sociedad Lancasteriana en la capital guanajuatense. Esto trascendió en toda la geografía estatal, porque dicha organización era la que estaba promoviendo la metodología y pedagogía del sistema de enseñanza mutua, así como la apertura de “normales” para capacitar al preceptorado (hombres y mujeres). Lo anterior, generó en el ejecutivo sumo interés por los alcances obtenidos del procedimiento lancasteriano. Ya que en la práctica real, los bajos costos que suponía dicho sistema, permitía que sólo un preceptor o una preceptora, podían atender a grandes grupos de estudiantes, a través de sus monitores, inspectores o auxiliares. De ahí, que se ahorraba demasiado presupuesto para la instrucción de las primeras letras.

Ante tal visión que se trazó la política educativa de Montes de Oca, por llevar a todo el estado la enseñanza elemental, fue necesario crear el 24 de marzo de 1825 a la Escuela Normal con el fin de capacitar, examinar o certificar a los maestros y maestras. Por la cuestión económica, no fue construido un edificio propio, sino que las instalaciones de la 1ª. Escuela Pública de Niños, fue acondicionada para albergar su sede permanente. Desde un principio el establecimiento contó con los materiales que producía la Compañía Lancasteriana en la ciudad de México, sobresaliendo la importante “Cartilla”; la cual en efecto constituyó el primer manual moderno para la formación del preceptorado mexicano. En la ciudad de Guanajuato hacia 1827, la Normal contó con su primer plan de estudios enfocado a preparar maestros y maestras; recibió el nombre de “Cátedra de Pedagogía” y tenía una duración de varios meses. Por ello, fue que después de dos años de haberse fundado la Escuela Normal, comenzaron los primeros estudiantes a tomar sus cursos; por la problemática que atravesó la institución al renunciar sus primeros directores José Ortega y Joaquín Gómez Maya, retrasando las inscripciones de quienes pretendían tomar los cursos. La situación fue resuelta por el gobernador Montes de Oca y el Ayuntamiento de Guanajuato, decidiendo cubrir los gastos de los maestros guanajuatenses Doroteo Romero e Ignacio Luna, afín de irse a la ciudad de México y prepararse en todo lo relacionado con el sistema lancasteriano. De esta manera, la Normal quedó sin prestar servicios a fines de julio y reabierta en diciembre de 1827. Con el regreso de los dos preceptores, la institución formadora del magisterio, comenzó a brindar los servicios académicos a quienes se inscribían en la Cátedra de Pedagogía. El maestro Romero fue designado director normalista y él fue en todo momento, quien apoyó a las féminas en sus procesos de ingreso, egreso y certificación de sus estudios.

Por otro lado, la reactivación de la Normal en la ciudad de Guanajuato, permitió contar con tres generaciones egresadas de preceptores en el transcurso de 1828. Las dos primeras fueron de hombres y la tercera fue la de mujeres. La generación de féminas integró a María Guadalupe Moscoso, Guadalupe Tamayo, María de la Luz Contreras y a María Josefa Madrid de la Rocha. Ellas lograron presentar sus exámenes en octubre de ese año, tras un proceso que incluyó inscribirse a los cursos, aprender y demostrar en la praxis, los conocimientos adquiridos del sistema de enseñanza mutua; tras esto, debieron examinarse y aprobar el plan de estudios, por lo que les fueron entregados sus certificados.

Para ese año todavía los títulos no se expedían, en su lugar les otorgaron los “Diplomas de Preceptoras en Primeras Letras”; esto significó que más mujeres se interesaran en el magisterio. Así, en 1831 quedó conformado el primer plan oficial de la incipiente carrera para el preceptorado.

Finalmente, hay que reconocer que lo anterior ha sido una muestra de la relevante historia de la educación guanajuatense, donde hombres y mujeres dejaron un gran legado. En el caso de la Escuela Normal que nació en 1825, no fue una improvisación sino el afán por mejorar ciertas condiciones de la sociedad.

Ya en su momento, el incansable historiador Jesús Rodríguez Frausto, publicaba entre 1968 y 1870, una serie de artículos en el otrora periódico “Estado de Guanajuato”; con el propósito de dar a conocer entre otros aspectos, que cuando se celebraba por entonces, el centenario de la Escuela Normal, realmente era incorrecto hacerlo, ya que se debió festejar los 145 años de antigüedad acorde a los documentos históricos y de archivo. Por lo que siguiendo su línea de investigación trazada, hoy nos acercamos a conmemorar los 200 años de la fundación de la misma Normal y que no debe pasar desapercibida, dentro de los festejos que celebran a Guanajuato como estado libre y soberano.

El estado de Guanajuato se encuentra en este año celebrando su historia propia, enmarcada dentro del contexto nacional. Los festejos por los 200 años de su vida como entidad libre y soberana, tuvo sus cimientos en aquel diciembre de 1823.

Desde entonces, una serie de acontecimientos de diversa índole transcurrieron, configurando a su sociedad y cultura. Justamente, una institución que nació casi al mismo tiempo con el estado ha sido su Escuela Normal. Fue concebida como un proyecto en diciembre de 1824 por el diputado Don Mariano Leal y Araujo, quien abogó para que la 1ª. Escuela de Niños fuera declarada “Normal”. Finalmente, el 22 de enero de 1825, el primer gobernador Lic. Carlos Montes de Oca, apoyó la creación de la Sociedad Lancasteriana en la capital guanajuatense. Esto trascendió en toda la geografía estatal, porque dicha organización era la que estaba promoviendo la metodología y pedagogía del sistema de enseñanza mutua, así como la apertura de “normales” para capacitar al preceptorado (hombres y mujeres). Lo anterior, generó en el ejecutivo sumo interés por los alcances obtenidos del procedimiento lancasteriano. Ya que en la práctica real, los bajos costos que suponía dicho sistema, permitía que sólo un preceptor o una preceptora, podían atender a grandes grupos de estudiantes, a través de sus monitores, inspectores o auxiliares. De ahí, que se ahorraba demasiado presupuesto para la instrucción de las primeras letras.

Ante tal visión que se trazó la política educativa de Montes de Oca, por llevar a todo el estado la enseñanza elemental, fue necesario crear el 24 de marzo de 1825 a la Escuela Normal con el fin de capacitar, examinar o certificar a los maestros y maestras. Por la cuestión económica, no fue construido un edificio propio, sino que las instalaciones de la 1ª. Escuela Pública de Niños, fue acondicionada para albergar su sede permanente. Desde un principio el establecimiento contó con los materiales que producía la Compañía Lancasteriana en la ciudad de México, sobresaliendo la importante “Cartilla”; la cual en efecto constituyó el primer manual moderno para la formación del preceptorado mexicano. En la ciudad de Guanajuato hacia 1827, la Normal contó con su primer plan de estudios enfocado a preparar maestros y maestras; recibió el nombre de “Cátedra de Pedagogía” y tenía una duración de varios meses. Por ello, fue que después de dos años de haberse fundado la Escuela Normal, comenzaron los primeros estudiantes a tomar sus cursos; por la problemática que atravesó la institución al renunciar sus primeros directores José Ortega y Joaquín Gómez Maya, retrasando las inscripciones de quienes pretendían tomar los cursos. La situación fue resuelta por el gobernador Montes de Oca y el Ayuntamiento de Guanajuato, decidiendo cubrir los gastos de los maestros guanajuatenses Doroteo Romero e Ignacio Luna, afín de irse a la ciudad de México y prepararse en todo lo relacionado con el sistema lancasteriano. De esta manera, la Normal quedó sin prestar servicios a fines de julio y reabierta en diciembre de 1827. Con el regreso de los dos preceptores, la institución formadora del magisterio, comenzó a brindar los servicios académicos a quienes se inscribían en la Cátedra de Pedagogía. El maestro Romero fue designado director normalista y él fue en todo momento, quien apoyó a las féminas en sus procesos de ingreso, egreso y certificación de sus estudios.

Por otro lado, la reactivación de la Normal en la ciudad de Guanajuato, permitió contar con tres generaciones egresadas de preceptores en el transcurso de 1828. Las dos primeras fueron de hombres y la tercera fue la de mujeres. La generación de féminas integró a María Guadalupe Moscoso, Guadalupe Tamayo, María de la Luz Contreras y a María Josefa Madrid de la Rocha. Ellas lograron presentar sus exámenes en octubre de ese año, tras un proceso que incluyó inscribirse a los cursos, aprender y demostrar en la praxis, los conocimientos adquiridos del sistema de enseñanza mutua; tras esto, debieron examinarse y aprobar el plan de estudios, por lo que les fueron entregados sus certificados.

Para ese año todavía los títulos no se expedían, en su lugar les otorgaron los “Diplomas de Preceptoras en Primeras Letras”; esto significó que más mujeres se interesaran en el magisterio. Así, en 1831 quedó conformado el primer plan oficial de la incipiente carrera para el preceptorado.

Finalmente, hay que reconocer que lo anterior ha sido una muestra de la relevante historia de la educación guanajuatense, donde hombres y mujeres dejaron un gran legado. En el caso de la Escuela Normal que nació en 1825, no fue una improvisación sino el afán por mejorar ciertas condiciones de la sociedad.

Ya en su momento, el incansable historiador Jesús Rodríguez Frausto, publicaba entre 1968 y 1870, una serie de artículos en el otrora periódico “Estado de Guanajuato”; con el propósito de dar a conocer entre otros aspectos, que cuando se celebraba por entonces, el centenario de la Escuela Normal, realmente era incorrecto hacerlo, ya que se debió festejar los 145 años de antigüedad acorde a los documentos históricos y de archivo. Por lo que siguiendo su línea de investigación trazada, hoy nos acercamos a conmemorar los 200 años de la fundación de la misma Normal y que no debe pasar desapercibida, dentro de los festejos que celebran a Guanajuato como estado libre y soberano.

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