/ sábado 13 de abril de 2024

Guadalupe Tamayo y la fundación de la 1ª. Escuela Pública de Niñas en Silao, año de 1836.

Uno de los pasajes más importantes en la historia de las mujeres en Guanajuato, ha sido la concerniente a la amplia participación y movilidad, que protagonizaron las “preceptoras”, “maestras” o “profesoras” desde fines del siglo XVIII y en el transcurso del XIX. Sus nombres y referencias nos han llegado gracias a la documentación conservada y preservada, en los distintos repositorios archivísticos de muchos ayuntamientos en la entidad.

Justamente de este sector abocado a la instrucción, destacó el papel asumido por la maestra Guadalupe Tamayo, al frente de la 1ª. Escuela Pública de Niñas de Silao en 1836. Para comprender mejor esta situación, debemos acercarnos a importantes momentos claves de su vida. El primero va enfocado a sus inicios en la enseñanza, durante los años finales del movimiento insurgente.

Existen indicios que desde 1817, venía desempeñando posiblemente el puesto en la Preceptoría Auxiliar, de la 2ª. Escuela Pública de Niñas en la capital provincial guanajuatense. Ciertos informes, la aludieron de manera indirecta a raíz de la crisis que afrontó dicha institución, al sufrir un decremento en sus inscripciones y por lo cual, la matrícula de niñas se redujo drásticamente. En uno de los documentos escritos por María Josefa Madrid de la Rocha -administradora del primer establecimiento de niñas-, quien ante la problemática enfrentada por “las de San Roque”, hizo alusión a las dos maestras que trabajaban en la 2ª. Escuela; en su negativa por ceder parte de su alumnado a éstas últimas y evitar a propuesta del Ayuntamiento, el colapso del mismo centro de instrucción. Recordemos que por entonces, la maestra María Guadalupe Moscoso era la directora y su ayudante Guadalupe Tamayo; quien debió “examinarse” por la Comisión de las Escuelas, afín de obtener su certificado como “Maestra de Primeras Letras”.

De la maestra Tamayo, tenemos relevantes noticias ya en la era del México independiente, cuando fue una de las cuatro mujeres graduadas de la Escuela Normal Lancasteriana en octubre de 1828. Por lo que tuvo que haberse inscrito en los cursos de la “Cátedra de Pedagogía” a fines de 1827. Ella recibió el certificado y el diploma que la acreditaron como “Preceptora de Primeras Letras”. Al igual que sus compañeras de generación, durante sus estudios en la Normal compaginó también la enseñanza; es decir trabajaba como maestra y tomaba las clases en los horarios fijados por el director Doroteo Romero. De igual manera, en 1828 ella junto con la directora Moscoso, escribieron una petición al Ayuntamiento y al gobierno estatal con la intención de obtener finalmente sus plazas; por lo que presentaron los documentos avalados por la Normal Lancasteriana para tales efectos. Las autoridades aprobaron las solicitudes de ambas maestras.

Es menester señalar, que la “Cátedra de Pedagogía” fue un paso trascendental, para la formación del preceptorado femenino en la ciudad de Guanajuato; ya que por primera vez, conllevaron el aprendizaje formal de las matemáticas en las modalidades de Aritmética Elemental y Geometría. Además que cada dos años, según la legislación vigente de la instrucción pública, las maestras tenían que renovar sus certificados y prácticamente actualizarse en el sistema de enseñanza mutua. Estos documentos fueron de suma importancia, porque permitieron a la preceptora Tamayo, ser propuesta en 1836 para la dirección de la 1ª. Escuela Pública de Niñas en Silao. En el mes de julio del citado año, fue ratificada oficialmente como la directora del establecimiento por un sueldo anual de $300 pesos. Significó un reconocimiento a su labor, si consideramos que el salario detentado en la preceptoría auxiliar, de la 2ª. Escuela de Niñas en la capital del estado, fue siempre de $100 pesos anuales, siendo uno de los sueldos más bajos pagados a una preceptora certificada.

Por otro lado, su amplia trayectoria y experiencia forjadas fueron criterios tomados en cuenta para su nombramiento. Las disposiciones legales de esa década, contemplaron como requisitos a las directoras de escuelas públicas: haberse “examinado”, “certificado” y “titulado” en Primeras Letras por la Normal Lancasteriana. Ahora bien ¿Por qué repercutió el nombramiento de la maestra Tamayo en Silao?, a lo que podemos responder en primer término, que ella siendo conocedora del “sistema de enseñanza mutua” y haberlo aplicado en la ciudad de Guanajuato por mucho tiempo, llevó dichas experiencias de instrucción elemental a la 1ª. Escuela Pública de Niñas que por entonces, dejaba de ser un proyecto y se convertía en una realidad para la población silaonse. En segunda instancia, la municipalidad hizo un gran esfuerzo económico por abrir la escuela y dotar de un sueldo -dentro de sus posibilidades del erario-, a una preceptora certificada y egresada de la Normal Lancasteriana. Un tercer punto va relacionado en la medida, que ella inauguró la modernización de la instrucción elemental femenina.

Un cuarto rubro en términos subjetivos, porque representó el modelo de maestra, a la que aspirarían otras mujeres encaminadas a la carrera de Primeras Letras.

Finalmente, de la maestra Guadalupe Tamayo podemos decir más cosas positivas; pero sigue pendiente aún, ampliar otros datos sobre el tiempo que estuvo como directora y saber con claridad, a cuántas niñas inscribió y egresó; también si contó con una preceptora auxiliar para facilitar su trabajo, etc. Sólo la investigación archivística, nos tendrá que despejar tantas incertidumbres para tan loable papel desempeñado por ella, dentro de la historia de la educación en el municipio de Silao.

José Juan Pérez Ramos

Uno de los pasajes más importantes en la historia de las mujeres en Guanajuato, ha sido la concerniente a la amplia participación y movilidad, que protagonizaron las “preceptoras”, “maestras” o “profesoras” desde fines del siglo XVIII y en el transcurso del XIX. Sus nombres y referencias nos han llegado gracias a la documentación conservada y preservada, en los distintos repositorios archivísticos de muchos ayuntamientos en la entidad.

Justamente de este sector abocado a la instrucción, destacó el papel asumido por la maestra Guadalupe Tamayo, al frente de la 1ª. Escuela Pública de Niñas de Silao en 1836. Para comprender mejor esta situación, debemos acercarnos a importantes momentos claves de su vida. El primero va enfocado a sus inicios en la enseñanza, durante los años finales del movimiento insurgente.

Existen indicios que desde 1817, venía desempeñando posiblemente el puesto en la Preceptoría Auxiliar, de la 2ª. Escuela Pública de Niñas en la capital provincial guanajuatense. Ciertos informes, la aludieron de manera indirecta a raíz de la crisis que afrontó dicha institución, al sufrir un decremento en sus inscripciones y por lo cual, la matrícula de niñas se redujo drásticamente. En uno de los documentos escritos por María Josefa Madrid de la Rocha -administradora del primer establecimiento de niñas-, quien ante la problemática enfrentada por “las de San Roque”, hizo alusión a las dos maestras que trabajaban en la 2ª. Escuela; en su negativa por ceder parte de su alumnado a éstas últimas y evitar a propuesta del Ayuntamiento, el colapso del mismo centro de instrucción. Recordemos que por entonces, la maestra María Guadalupe Moscoso era la directora y su ayudante Guadalupe Tamayo; quien debió “examinarse” por la Comisión de las Escuelas, afín de obtener su certificado como “Maestra de Primeras Letras”.

De la maestra Tamayo, tenemos relevantes noticias ya en la era del México independiente, cuando fue una de las cuatro mujeres graduadas de la Escuela Normal Lancasteriana en octubre de 1828. Por lo que tuvo que haberse inscrito en los cursos de la “Cátedra de Pedagogía” a fines de 1827. Ella recibió el certificado y el diploma que la acreditaron como “Preceptora de Primeras Letras”. Al igual que sus compañeras de generación, durante sus estudios en la Normal compaginó también la enseñanza; es decir trabajaba como maestra y tomaba las clases en los horarios fijados por el director Doroteo Romero. De igual manera, en 1828 ella junto con la directora Moscoso, escribieron una petición al Ayuntamiento y al gobierno estatal con la intención de obtener finalmente sus plazas; por lo que presentaron los documentos avalados por la Normal Lancasteriana para tales efectos. Las autoridades aprobaron las solicitudes de ambas maestras.

Es menester señalar, que la “Cátedra de Pedagogía” fue un paso trascendental, para la formación del preceptorado femenino en la ciudad de Guanajuato; ya que por primera vez, conllevaron el aprendizaje formal de las matemáticas en las modalidades de Aritmética Elemental y Geometría. Además que cada dos años, según la legislación vigente de la instrucción pública, las maestras tenían que renovar sus certificados y prácticamente actualizarse en el sistema de enseñanza mutua. Estos documentos fueron de suma importancia, porque permitieron a la preceptora Tamayo, ser propuesta en 1836 para la dirección de la 1ª. Escuela Pública de Niñas en Silao. En el mes de julio del citado año, fue ratificada oficialmente como la directora del establecimiento por un sueldo anual de $300 pesos. Significó un reconocimiento a su labor, si consideramos que el salario detentado en la preceptoría auxiliar, de la 2ª. Escuela de Niñas en la capital del estado, fue siempre de $100 pesos anuales, siendo uno de los sueldos más bajos pagados a una preceptora certificada.

Por otro lado, su amplia trayectoria y experiencia forjadas fueron criterios tomados en cuenta para su nombramiento. Las disposiciones legales de esa década, contemplaron como requisitos a las directoras de escuelas públicas: haberse “examinado”, “certificado” y “titulado” en Primeras Letras por la Normal Lancasteriana. Ahora bien ¿Por qué repercutió el nombramiento de la maestra Tamayo en Silao?, a lo que podemos responder en primer término, que ella siendo conocedora del “sistema de enseñanza mutua” y haberlo aplicado en la ciudad de Guanajuato por mucho tiempo, llevó dichas experiencias de instrucción elemental a la 1ª. Escuela Pública de Niñas que por entonces, dejaba de ser un proyecto y se convertía en una realidad para la población silaonse. En segunda instancia, la municipalidad hizo un gran esfuerzo económico por abrir la escuela y dotar de un sueldo -dentro de sus posibilidades del erario-, a una preceptora certificada y egresada de la Normal Lancasteriana. Un tercer punto va relacionado en la medida, que ella inauguró la modernización de la instrucción elemental femenina.

Un cuarto rubro en términos subjetivos, porque representó el modelo de maestra, a la que aspirarían otras mujeres encaminadas a la carrera de Primeras Letras.

Finalmente, de la maestra Guadalupe Tamayo podemos decir más cosas positivas; pero sigue pendiente aún, ampliar otros datos sobre el tiempo que estuvo como directora y saber con claridad, a cuántas niñas inscribió y egresó; también si contó con una preceptora auxiliar para facilitar su trabajo, etc. Sólo la investigación archivística, nos tendrá que despejar tantas incertidumbres para tan loable papel desempeñado por ella, dentro de la historia de la educación en el municipio de Silao.

José Juan Pérez Ramos