/ sábado 27 de abril de 2024

Doña María Lucía Gadea y la 1ª. Escuela Pública de Niñas en la ciudad de Guanajuato, 1809-1817

En anteriores escritos publicados por este medio, se han presentado a los lectores varias historias de vida, de aquellas mujeres que dedicadas a la instrucción pública, contribuyeron con sus experiencias a la historia de la educación guanajuatense. El recorrido nos ha llevado a conocer a las maestras, directoras o preceptoras auxiliares, trabajando en las escuelas de primeras letras e instaladas en la ciudad de Guanajuato desde fines del siglo XVIII. Precisamente, una de ellas sobresalió porque gracias a sus recibos de pago conservados en 1815, podemos establecer un seguimiento acerca de los salarios que detentaron las maestras desde 1796. El nombre de Doña María Lucía Gadea ha merecido ciertamente, aparecer como una breve referencia en algunos trabajos historiográficos sobre la educación en la entidad, junto al de María Guadalupe Moscoso y al de María Josefa Madrid de la Rocha, entre otras preceptoras.

La maestra Gadea comenzó a prestar sus servicios casi a mediados de 1809, en la 1ª. Escuela Pública de Niñas, asentada en la entonces capital provincial de Guanajuato. Su nombramiento en un principio fue como directora interina, posiblemente en sustitución de Doña Francisca de Altamirano. Para septiembre de 1810, en pleno estallido del movimiento insurgente, ella ostentó la examinación correspondiente, a fin de obtener su certificado como Maestra de Primeras Letras. Dicho proceso fue llevado a cabo por la entonces Comisión de las Escuelas y al igual que otras preceptoras de la época, le fueron requeridos comprobar el dominio de la doctrina cristiana, la lectura y escritura, política, ciertas nociones aritméticas, costura y bordados; además del manejo específico de los catones, silabarios, diversos materiales didácticos y los textos obligatorios para toda maestra. En 1811, el Virrey Venegas envío el oficio correspondiente a su nombramiento formal como directora.

De esta gran maestra, sabemos por la documentación conservada en el Archivo Histórico de la Universidad de Guanajuato, que su salario en los ocho años al frente de la institución de niñas, fue de $350 pesos anuales, divididos en 12 pagos mensuales. El sueldo detentado, era lo común para las preceptoras de los establecimientos oficiales. En el informe escrito por ella en 1813, nos hace saber lo que obtenía por su desempeño institucional. De ahí la importancia que sus recibos preservados del primer semestre de 1815, han facilitado establecer una línea del tiempo acerca de los salarios para las maestras, lo que evidenció que éstos no se modificaron desde 1796; es decir, no hubo incremento pero tampoco decremento. El cambio se daría hasta 1825 cuando su sucesora, la directora María Josefa Madrid de la Rocha logró incrementar por $100 pesos más el sueldo anual.

La directora Gadea, en algunos legajos apareció con el nombre de “María Luisa”; pero su nombre real era el de “María Lucía”, lo que podría confundir el estudio biográfico acerca de su persona. No obstante, cuando se comparan y observan cuidadosamente los materiales de archivo, sabemos que fueron “errores” de los escribanos y no tanto de la maestra; puesto que ella en su informe y recibos de pagos oficiales, siempre firmó como María Lucía.

Hacia 1817, no se sabe con certeza los motivos por los cuales, la maestra Gadea decidió separarse de la dirección. Hasta el momento, no localicé algún material documental sobre dicha situación. Lo que motiva a seguir indagando al respecto. Lo que sí ha sido relevante, que ella vivió los años álgidos de la insurgencia. Esto permitió corroborar, que las actividades de enseñanza en los establecimientos públicos no quedaron canceladas, sino que continuaron por lo menos en las dos escuelas de niñas de la capital guanajuatense. Por otro lado, desconocemos también si necesitó de una preceptora auxiliar; debido a que en 1817 la 1ª. Escuela Pública tras su retiro, comenzó a tener este segundo cargo administrativo.

Finalmente y al igual que sus predecesoras, la maestra Gadea hasta el momento, no ha merecido una investigación biográfica detallada. Esto sigue siendo una deuda histórica pendiente con ella. Justamente porque su participación y contribución en la historia de Guanajuato, fue desde el ángulo de la instrucción elemental para las féminas, en una época conmovida por todo lo que acarreó el proceso de independencia; lo que pudiera generar una idea falsa, de que las niñas y las preceptoras, dejaron de asistir a las escuelas por el hecho de ser mujeres y quedar expuestas a ciertas situaciones. La experiencia de María Lucía Gadea, sigue siendo un ejemplo de que no fue así; pero sólo el tiempo a través de los investigadores, nos arrojará nueva luz sobre esta gran mujer.

En anteriores escritos publicados por este medio, se han presentado a los lectores varias historias de vida, de aquellas mujeres que dedicadas a la instrucción pública, contribuyeron con sus experiencias a la historia de la educación guanajuatense. El recorrido nos ha llevado a conocer a las maestras, directoras o preceptoras auxiliares, trabajando en las escuelas de primeras letras e instaladas en la ciudad de Guanajuato desde fines del siglo XVIII. Precisamente, una de ellas sobresalió porque gracias a sus recibos de pago conservados en 1815, podemos establecer un seguimiento acerca de los salarios que detentaron las maestras desde 1796. El nombre de Doña María Lucía Gadea ha merecido ciertamente, aparecer como una breve referencia en algunos trabajos historiográficos sobre la educación en la entidad, junto al de María Guadalupe Moscoso y al de María Josefa Madrid de la Rocha, entre otras preceptoras.

La maestra Gadea comenzó a prestar sus servicios casi a mediados de 1809, en la 1ª. Escuela Pública de Niñas, asentada en la entonces capital provincial de Guanajuato. Su nombramiento en un principio fue como directora interina, posiblemente en sustitución de Doña Francisca de Altamirano. Para septiembre de 1810, en pleno estallido del movimiento insurgente, ella ostentó la examinación correspondiente, a fin de obtener su certificado como Maestra de Primeras Letras. Dicho proceso fue llevado a cabo por la entonces Comisión de las Escuelas y al igual que otras preceptoras de la época, le fueron requeridos comprobar el dominio de la doctrina cristiana, la lectura y escritura, política, ciertas nociones aritméticas, costura y bordados; además del manejo específico de los catones, silabarios, diversos materiales didácticos y los textos obligatorios para toda maestra. En 1811, el Virrey Venegas envío el oficio correspondiente a su nombramiento formal como directora.

De esta gran maestra, sabemos por la documentación conservada en el Archivo Histórico de la Universidad de Guanajuato, que su salario en los ocho años al frente de la institución de niñas, fue de $350 pesos anuales, divididos en 12 pagos mensuales. El sueldo detentado, era lo común para las preceptoras de los establecimientos oficiales. En el informe escrito por ella en 1813, nos hace saber lo que obtenía por su desempeño institucional. De ahí la importancia que sus recibos preservados del primer semestre de 1815, han facilitado establecer una línea del tiempo acerca de los salarios para las maestras, lo que evidenció que éstos no se modificaron desde 1796; es decir, no hubo incremento pero tampoco decremento. El cambio se daría hasta 1825 cuando su sucesora, la directora María Josefa Madrid de la Rocha logró incrementar por $100 pesos más el sueldo anual.

La directora Gadea, en algunos legajos apareció con el nombre de “María Luisa”; pero su nombre real era el de “María Lucía”, lo que podría confundir el estudio biográfico acerca de su persona. No obstante, cuando se comparan y observan cuidadosamente los materiales de archivo, sabemos que fueron “errores” de los escribanos y no tanto de la maestra; puesto que ella en su informe y recibos de pagos oficiales, siempre firmó como María Lucía.

Hacia 1817, no se sabe con certeza los motivos por los cuales, la maestra Gadea decidió separarse de la dirección. Hasta el momento, no localicé algún material documental sobre dicha situación. Lo que motiva a seguir indagando al respecto. Lo que sí ha sido relevante, que ella vivió los años álgidos de la insurgencia. Esto permitió corroborar, que las actividades de enseñanza en los establecimientos públicos no quedaron canceladas, sino que continuaron por lo menos en las dos escuelas de niñas de la capital guanajuatense. Por otro lado, desconocemos también si necesitó de una preceptora auxiliar; debido a que en 1817 la 1ª. Escuela Pública tras su retiro, comenzó a tener este segundo cargo administrativo.

Finalmente y al igual que sus predecesoras, la maestra Gadea hasta el momento, no ha merecido una investigación biográfica detallada. Esto sigue siendo una deuda histórica pendiente con ella. Justamente porque su participación y contribución en la historia de Guanajuato, fue desde el ángulo de la instrucción elemental para las féminas, en una época conmovida por todo lo que acarreó el proceso de independencia; lo que pudiera generar una idea falsa, de que las niñas y las preceptoras, dejaron de asistir a las escuelas por el hecho de ser mujeres y quedar expuestas a ciertas situaciones. La experiencia de María Lucía Gadea, sigue siendo un ejemplo de que no fue así; pero sólo el tiempo a través de los investigadores, nos arrojará nueva luz sobre esta gran mujer.